En 2004, el precio del carbón, el enemigo favorito de Kioto y el combustible bestia negra de los ecologistas, subió un 150%, que se dice pronto. En buena lógica, el carbón debía haber sido desplegado por el gas, el combustible de Kioto y el favorito de los ecologistas (bueno, los ecologistas no tienen favoritos, sólo enemigos).

Sin embargo, el consumo de carbón en Europa como generador de electricidad aumentó aún más que el consumo del gas. Y es que el carbón será muy malo, pero es el único combustible en el que Europa no depende de otros continentes.