Que en el fondo es lo mismo. Chesterton decía que el enemigo no estaba en Moscú, sino en Wall Street (el enemigo de la familia pero, por extensión, podemos aplicar la frase al conjunto del Cristianismo), y lo cierto es que la llamada Biblia del Capitalismo, el semanario The Economist, ha enarbolado la bandera que lanzaron un par de feministas rabiosas –otra reiteración- para echar al Vaticano de la ONU, donde es miembro con voz pero sin voto: se trata de convertir a la Iglesia en una ONG, a Cristo en un hombre (maravilloso, que conste, pero hombre) y así expulsarla del mundo.

Todo ello, naturalmente, en nombre de la democracia, y por una razón evidente: la Iglesia es el principal enemigo del feminismo degenerado, que al final busca una sociedad de tortilleras. No nos engañemos: el feminismo empieza en cretinismo y termina en lesbianismo.

Lo del reportaje de The Economist, que glosa con maestría Sandro Magíster, en un artículo recogido por www.iesvs.org, es de los que explican con meridiana claridad lo que está ocurriendo en el mundo.  

La razón del ataque capitalista –neoliberal, si lo prefieren- contra el Vaticano es muy simple: desde que comenzara la era del aborto, en 1973, con toda su sombra de muerte, nutrida de ese odio a la inocencia, a la infancia, que está en el origen de todas la aberraciones que en el mundo han sido, la Iglesia ha sido el pilar que se ha mantenido firme frente al Imperio de la muerte y sus mercaderes. Por eso hay que destruirla. El abortero –la inmensa mayoría de la población mundial en el momento presente- no puede admitir ni la misma existencia del bueno, porque su misma existencia la vive como un reproche. El feminismo, hijo del capitalismo, que desea convertir a la mujer en un elemento explotable más del mercado, sólo tiene un enemigo: la Iglesia, la misma que le paró los pies en El Cairo, en Pekín, en Río de Janeiro, en todos los grandes aquelarres de la ONU contra la vida.

Por cierto, el otro enemigo de la Iglesia, además del feminismo, es la homosexualidad, otro subproducto del capitalismo y otra muestra de odio y desprecio hacia el débil, esto es, hacia el niño y hacia el pobre. Por eso, el capitalismo actual tiene dos objetivos: expulsar a la Iglesia de la ONU y llevar al Vaticano ante los tribunales internacionales -que controlan- bajo la acusación de homofobia.

Mientras, unas fuerzas más poderosas que The Eocnomist, que en el fondo no deja de ser un instrumento más del Nuevo Orden Mundial (NOM), alientan a feministas y homosexuales contra la Iglesia, para forjar una estrategia de tensión que les permita llegar como pacificadores, moderados, dialogantes, talentosos: el NOM ha enviado por delante a feministas y sodomitas que amenazan con destruir a la Iglesia, algo que el Nuevo Orden no desea por nada del mundo. Lo que anhela el NOM es conquistar la influencia moral del Cuerpo Místico. Pero claro esta estrategia es demasiado sutil para la zafiedad de The Economist.

Eulogio López