Historia amarga que se desarrolla en los días previos a la visita del Juan Pablo II a la pequeña localidad de Melo (Uruguay) en el año 1988.
Un guionista de documentales, Enrique Fernández, y un director de fotografía, César Charlone, están detrás de este relato claramente heredero del denominado neorrealismo italiano.
El baño del Papa es una tragicomedia que tiene como protagonistas a seres humildes. Entre ellos se encuentra Beto, un contrabandista de poca chicha que ante la futura llegada del Papa a su pueblo (y los previsibles peregrinos que acudirán al lugar) decide, contra viento y marea, construir un baño público para aliviar a los viajeros y, de paso, con las ganancias obtenidas lograr el sueño de su vida: comprarse un ciclomotor. Sus vecinos y amigos también se movilizan para el día señalado porque están convencidos de que la visita papal resultará un negocio para todos
Normalmente, los desheredados que pelean cada día por ganarse el sustento producen en el espectador cierta simpatía. El problema de esta película es que, ya hacia la mitad del metraje, se adivina cierto mal café (por decirlo de forma fina). Además, resulta algo increíble que de todos los múltiples personajes que desfilan por la pantalla la única que parece tener interés auténtico por la figura del Papa sea la esposa del protagonista.
Para: Los que les gusten las películas de denuncia sociológica y no les importe cierto tono anticatólico