A pesar de las críticas, siguen siendo el punto de referencia para el mundo financiero
Es uno de los factores que siempre se señala a la hora de hablar de crisis: las agencias de calificación han sido criticadas como corresponsables por dar buenas notas a empresas y productos que han resultado no ser tan buenos. Hasta el momento, las agencias daban una calificación legal, basada en cuánto estaría dispuesto a sudar la camiseta un gobierno para salvar al banco, y otra financiera o real, que indica si es una empresa solvente. En el fondo se trataba de un espejismo, porque se concedían máximas calificaciones a los productos atendiendo a la entidad que los emitía. Algunos de los grandes nombres han ido a la quiebra o han sido absorbidos.
En Europa, Angela Merkel fue la primera política que señaló la necesidad de cambios. Este lunes, el director general de Regulación del Banco de España, José María Roldán, señala en la Revista de Estabilidad Financiera que es necesario acometer reformas en el funcionamiento de las agencias de rating, en los principios contables, así como fortalecer los requisitos de información al mercado. La reforma del sistema debería orientarse a la transparencia, según Roldán.
Por el momento, a pesar de que todos miran con recelo ahora a las agencias, Expansión publicaba esta mañana en su portada que Lukoil tiene la peor calificación crediticia del sector. Buena muestra de que, por ahora, tampoco se ha inventado un indicador mejor.