La obsesión del gobernador MAFO contra las cajas amenaza con provocar una crisis dentro del Gobierno socialista. La obsesión es múltiple: que renuncien a tener un grupo industrial, que aumenten sus recursos propios, que se sometan al ‘control' del mercado, que reduzcan su obra social, que coticen en bolsa. Al final, todo se resume en una cosa: que se conviertan en sociedades anónimas, en bancos. El gran logro de MAFO sería que alguna caja, en especial La Caixa, aceptara convertirse en fundación y, a la postre, en banco. Asimismo, MAFO intenta que Cajamadrid disponga de un cuerpo de partícipes de cuotas que marque la pauta en el sector. Mientras tanto, dispone de Caixa Galicia para experimentar
La última semana del mes de julio-primera de agosto, antes de la espantada vacacional, la city madrileña fue pasto de un rumor que corrió como la pólvora: una de las 10 primeras cajas de ahorros del país iba a ser intervenida por el Banco de España por sus dificultades crediticias. La verdad es que las tales dificultades no se ven por lado alguno si se contemplan la evolución de la mora, absolutamente mínima en España, tanto en bancos como en cajas, y más baja –como debe ser, dado el amor del español por su vivienda en propiedad- en préstamos con garantía real que en cualquier otro tipo de segmento crediticio.
El rumor partió, naturalmente, del propio Banco de España, una muy digna institución que, desde que tiene por gobernador al socialista Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO) siente una particular obsesión por las cajas de ahorros. El último Consejo del supervisor se celebró con media clase periodística madrileña pendiente del sector pero, al final, no hubo nada. Entre otras cosas, porque no podía haberlo: faltaba material. Ni que decir tiene que la caja de ahorros amenazada pertenecía a una comunidad autónoma regida por el Partido Popular.
Simplemente, a MAFO no le gustan las cajas, y esa entidad podía ser uno de los escarmientos buscados. Perteneciente al sector más liberal –o capitalista, si lo prefieren- del PSOE, toda la obsesión del primer gobernador con carné de partido consiste en convertir a las cajas en sociedades anónimas, es decir, en bancos. Por eso, una y otra vez, lanza sus andanadas contra el sector.
Por ejemplo, no le gustan nada, lo que se dice nada, que las cajas de ahorros tengan empresas. Se da la circunstancia de que, en España, un país clave en el proceso de deslocalización mundial, donde las pocas multinacionales que se poseen van cayendo en manos extranjeras, una España cada vez más convertida en un país de pymes propias y multinacionales ajenas, las cajas de ahorros constituyen los únicos socios de referencia estables, salvaguarda de empresas estratégicas. Pero, miren por donde, a MAFO no le gustan las empresas, de ahí sus constantes enfrentamientos, no sólo con gobiernos autónomos del PP (en las cajas mandan las autonomías) sino con gobiernos socialistas como, por ejemplo, la Generalitat catalana.
MAFO ataca a las cajas por todos los sitios. Hasta ahora, su principal ariete era el famoso "control de mercado": quería que las cajas tuvieran control del mercado. En otras palabras, quería que las cajas se convirtieran en bancos dando el primer paso de la emisión de cotas participativas. En concreto, soñaba con que Cajamadrid hiciera lo propio: emitir cuotas participativas, que, antes o después, se convertirán en acciones. Ocurre que Cajamadrid marcha como una moto, por lo que no tiene necesidad alguna de emitir cuotas. Siempre cuenta con José Luis Méndez, de Caixa Galicia, el hombre más proclive a convertirse en pionero de los deseos del poder, sea éste socialista o conservador.
Además, La Caixa respondió a la sugerencia sobre el muy necesario control del mercado con el mejor de los controles: cuotas no, pero sí agrupación de todos sus participaciones industriales en un holding que cotizará en Bolsa. Naturalmente eso tiende a perpetuar las participaciones industriales de las cajas, no a eliminarlas, pero en este caso La Caixa, con Isidro Fainé al frente, estaba cumpliendo escrupulosamente con las directrices de MAFO, por lo que éste, rechinando los dientes, tuvo que tragar.
Más ataques del Banco de España. El lunes 6, el diario Cinco Días daba cuenta del deseo del supervisor de que las cajas doten al Fondo de Garantía de Depósitos. La verdad es que en un país donde más de 50 bancos han entrado en la UVI, las cajas no le han acarreado problema alguno al erario público. Por tanto, si algún fondo está bien dotado es el de las cajas de ahorros. La cosa es ridícula, pero al parecer cierta.
Más manías: prohibición de que las cajas de ahorro compren bancos. Otrosí: el Banco de España observa con lupa el deseo de las cajas de comprar bancos en el exterior, deseo forzado por el propio Banco de España, que les impide comprarlos dentro. Asimismo, MAFO insiste en que las cajas de ahorros reduzcan su obra benéfico-social, el famoso dividendo social del sector, a pesar de que constituye su justificación, su razón de ser.
Inasequible al desaliento, MAFO intenta ahora que La Caixa adopte el sistema italiano de Fundación. En teoría, no se trata de una conversión de las cajas de ahorros en bancos, pero, en la práctica, las cajas de ahorros italianas se convirtieron en banco en un lustro. Se trata de que una fundación posea más del 51% del capital social de una caja-SA. Eso siempre ha constituido una tentación de La Caixa aunque, por el momento, ha sabido resistirla.
Así que ya lo saben: MAFO busca caja en dificultades para darle un buen escarmiento. Lo malo es que no la encuentra.