Porque el aborto es mucho más que el aborto. Cuando alguien cede en la matanza del más indefenso y más inocente de los seres humanos cede en todo lo demás. Cuídense de quien promueve o simplemente acepta el aborto: ese tipo es capaz de cualquier cosa.
Además, los aborteros nunca se quedan en la despenalización: empiezan reclamando aborto libre, luego gratuito y, finalmente, obligatorio.
Tipos como el presidente norteamericano, Barack Obama, uno de nuestros peores ciudadanos. La polémica ha surgido cuando el Gobierno norteamericano ha pretendido, y pretende, obligar a los centros sanitarios y asistenciales católicos a ofrecer anticonceptivos a sus pacientes, quebrando así su conciencia y colaborando en la matanza.
Al final, Obama, cuya aspiración es convertirse en Papa, lanzó a una católica abortera contra los católicos y sus conciencias. Pero ahí ha fallado: resulta que judíos, evangélicos, baptistas y pentecostales se han sumado a los católicos, porque todas las religiones apuestan por la vida... o no serían religiones.
Claro Obama sólo cree en su ex pastor, Jeremiah Wright, un maestro de primera.
Vamos, que Obama ha conseguido el ecumenismo provida. Sos grande, Barack!
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com