El ejercicio del poder público exige responsabilidad a fin de que las decisiones que adopte el Gobierno en nombre de todos, también en el nuestro, estén dirigidas al bienestar del mayor número de personas. Sólo de esta manera la consecuencia de los actos públicos será un mayor bien para la mayoría. Significa también que los costes de las medidas adoptadas sean inferiores a los beneficios que genera su aplicación. En definitiva, responsabilidad es tener conciencia de los resultados de sus actuaciones como Gobierno.
Así mismo se reconoce que una sociedad es justa -un atributo imprescindible- porque la gente valora la dependencia entre unos y otros, y el respeto mutuo. Una sociedad justa parte del principio cristiano, universalmente aceptado, de hacer a los demás aquello que desearíamos que nos hicieran.
Junto con el sentido de la responsabilidad, el gobernante tiene el deber de lealtad y fidelidad para con los gobernados. No puede servir sólo a grupos minoritarios, no puede servir sólo a su partido, a unos lobbys concretos. Esto es deslealtad extrema con el bien común. El servidor público debe situarse en la intersección de los distintos intereses y demandas, y no imponer unas preferencias sobre otras.
¿El presidente Rodríguez Zapatero actúa con justicia, responsabilidad, fidelidad y lealtad?
Lamentamos tener que decir que durante el tiempo de su mandato, el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, ha actuado de manera contraria a todas aquellas condiciones del buen gobierno. Las consecuencias de esta manera de obrar saltan a la vista: la sociedad española está más fragmentada, desunida y enfrentada entre sus miembros, que en cualquier otro momento desde el inicio de la transición. El primer responsable de esta situación es, siempre y por definición, quien más poder posee: el Gobierno y su presidente, Rodríguez Zapatero.
Y no se trata de una cuestión de minorías, sino de algo que afecta a todos por una u otra razón. La razón fundamental es que, gobernando sólo para algunos sectores, ha querido adoptar cambios radicales, prescindiendo de la otra mitad del país. Un ejemplo lo ilustra perfectamente: Un gobernante responsable y justo no aprueba una ley que nos convierte en una anomalía en el mundo, la que ha alterado mediante una escueta mayoría simple todo el sentido y finalidad del matrimonio, la institución insustituible socialmente valiosa, infraestructura básica de la sociedad civil. Pero esto es lo que ha hecho Zapatero con el matrimonio y la adopción por parte de homosexuales, liquidar todo el sentido del matrimonio, la única institución capaz de propiciar la descendencia unida a la responsabilidad de educarla en la virtud y los valores. El marido y la mujer, los padres y las madres han sido liquidados del Código Civil, substituidos por los cónyuges, los progenitores, un genérico universal que nada sustantivo significa desde la antropología humana. Nadie, nunca en ningún país, se ha atrevido a tal confusión de sentido. Pero Rodríguez Zapatero lo ha hecho, y sólo con una escueta mayoría simple en el Congreso, con el veto del Senado -lo que en otro país con segunda cámara habría detenido la ley-, el voto en contra del Consejo General del Poder Judicial, y el criterio adverso del Consejo de Estado, dando pie a una de las mayores manifestaciones celebradas en Madrid durante esta legislatura. Proceder de esa manera es injusto, desleal e irresponsable, y establece un peligroso precedente de una de las grandes tentaciones que corrompen la democracia: la dictadura de la mayoría simple. Porque las leyes que significan grandes compromisos y que alteran fundamentos sociales regidos por el derecho consuetudinario, no pueden adoptarse sin consenso social y político.
La enseñanza, es bien sabido, es uno de los grandes y graves problemas de nuestro país que amenaza el futuro y la felicidad de millones de personas. Dos son las graves lacras irresueltas, la falta de buen orden, convivencia, de sentido del respeto y del esfuerzo en la escuela, y la enorme cifra del fracaso escolar, que afecta formalmente al 30% de los alumnos, el doble que la media europea. A pesar de todo ello, durante esta legislatura el Gobierno no sólo se ha mostrado incapaz de hacer nada para mejorar la situación, sino que ha conseguido empeorarla en relación a 1999. Estamos peor que ayer y si sigue gobernando Rodríguez Zapatero, mejor que mañana. En lugar de aportar soluciones, ha creado nuevos conflictos en la enseñanza, con la LOE, la enseñanza voluntaria de la religión, y la Educación para la Ciudadanía, que divide y enfrenta a la propia comunidad educativa, padres, alumnos y profesores.
Nunca como hoy desde la transición se ha dado un conflicto tan grave entre territorios, entre comunidades autónomas. En un ejercicio de aprendiz de brujo, ha reavivado antagonismos que parecían superados, y sigue haciéndolo, donde todos son agravios comparativos, sin que exista un liderazgo creíble por parte del presidente del gobierno. Nunca como ahora los nacionalismos de todo tipo se adueñan de las sensibilidades como reacción a su mal hacer.
Su actitud con ETA constituye el punto máximo de una forma de proceder desleal e irresponsable. En cualquier país de Europa, un presidente que declara oficialmente que la negociación con los terroristas va bien e irá a mejor el día antes de un gran atentando como el de la T4 de Madrid, hubiera dimitido por sentido de la responsabilidad del servidor público.
Nunca como hoy hay más encono contra lo católico y lo sagrado cristiano. Su alianza de civilizaciones hacia afuera, se traduce en el interior en un mirar con complacencia, incluso en subvencionar actividades públicas cristianofóbicas donde, en nombre de la libertad de expresión, se insulta y ofende, mientras pide –lo que compartimos- respeto para con el Islam. Respeto, claro que sí, pero para todos, empezado por la religión que es la base de nuestra cultura.
A lo largo de estos años de Gobierno de Rodríguez Zapatero la vivienda, un bien necesario y un derecho constitucional, ha constituido un negocio formidable que ha hecho que hubiera más apellidos españoles que nunca en la lista Forbes de las grandes fortunas mundiales. Pero esta lluvia de dinero en forma de beneficio no la han recibido sólo los promotores y constructores sino los poderes públicos que han recaudado enormes impuestos (un 40% del precio si consideramos los recursos desde su origen). ¿Qué se ha hecho con este dinero para solucionar el grave problema de la vivienda? Nada, sólo ahora al final de legislatura, y confundiendo a los ciudadanos con un bazar, han aparecido presidente y gobierno ofreciendo no soluciones, sino un poco de dinero para algunos. Es una doble vergüenza, su incapacidad y, ahora, el uso del dinero para comprar votos.
Valoramos muy negativamente el fracaso del que ha sido uno de los ejes de la política del Gobierno, la erradicación de la violencia doméstica. Una legislación en gran medida equivocada, ha judicializado las relaciones en la pareja impidiendo la reconciliación, ha saturado los juzgados y se salda con un estrepitoso fracaso en número de mujeres muertas a manos de su pareja, y en una cifra de hombres procesados insólita en el contexto europeo.
Hay que decir alto y claro que el salario medio en España es el único que prácticamente no ha crecido en los últimos años entre todos los países de la OCDE, que el peso del salario en el conjunto de la renta (que ya es menor que en la Unión Europea) ha retrocedido a favor de los beneficios. Hay que decir alto y claro que la inmigración es gestionada desde el Gobierno como mano de obra barata, que en nada beneficia a los salarios ni a la productividad, y sin preocupación por frenar el deterioro de la sanidad y la escuela que el gran contingente de nuevos residentes ha ocasionado. Hay que decir alto y claro que el número de pobres, medidos de acuerdo con los criterios de la Unión Europea, ha aumentado. Hay que subrayar el engaño que se encuentra detrás de la ley de Dependencia, por la lentitud en su aplicación, y sobre todo por la insuficiencia de los recursos económicos previstos, que se basan en una subvaloración deliberada del número de personas afectadas. Hay que denunciar una vez más que incumpliendo sus compromisos electorales, Rodríguez Zapatero mantiene a España en la cola de las ayudas a la familia.
En lugar de convertir la memoria histórica en un lugar de encuentro para la reconciliación y el perdón, Rodríguez Zapatero ha actuado de tal manera que cada vez más reviven los bandos de la Guerra Civil, a pesar de que la mayoría de las generaciones actuales no vivieron aquella tragedia. Esta paradoja expresa bien el carácter destructivo de muchas de sus políticas.
Con sus extrañas leyes el presidente ha convertido a España en un país anómalo en el contexto europeo y occidental como lo era en el pasado.
La evidencia de su mal gobierno se manifiesta en esta otra gran paradoja: a pesar de que España está viviendo unos años de prosperidad económica extraordinaria, Rodríguez Zapatero no sólo está lejos de alcanzar una mayoría absoluta, sino que se mantiene igualado con el partido de la oposición, a pesar de las dudas que a muchos ciudadanos les plantea la alternativa. Y esto es así porque las actuaciones del Gobierno han dañado profundamente a la sociedad española, a la convivencia entre personas y entre comunidades autónomas, transformado el legítimo pluralismo en enfrentamientos.
Rodríguez Zapatero ha conseguido destruir en gran medida el valor de la dependencia entre unos y otros, y el respeto mutuo.
Si Rodríguez Zapatero gana las elecciones, estos graves problemas se acentuarán todavía más, dejando al país dañado por muchos años, con la enseñanza concertada, las relaciones con la Iglesia, la eutanasia, y la patria potestad de padres y madres. Tendremos al frente del Gobierno en tiempos de crisis económica, la que se inicia en el 2008, a un gobernante que ha evidenciado la irresponsabilidad de sus actos.
No es ésta, como se hace evidente en el texto, una descalificación del socialismo como tal, sino una crítica política a una persona y a un Gobierno concreto. Una parte de nosotros podríamos votar socialista, pero esa es una concepción que poco tiene que ver con Rodríguez Zapatero.
POR ESO PEDIMOS QUE POR EL BIEN DE NUESTRA SOCIEDAD, IMPIDAMOS DEMOCRÁTICAMENTE QUE ZAPATERO VUELVA A GOBERNAR. SÓLO DE ESTA MANERA PODREMOS RECUPERARNOS DE LOS DAÑOS Y PROBLEMAS. SÓLO DE ESTA MANERA DEMOSTRAREMOS PEDAGÓGICAMENTE QUE ESTE ESTILO DE GOBERNAR TIENE UN COSTE INASUMIBLE PARA QUIEN LO PRACTIQUE.
NO VOTES A RODRÍGUEZ ZAPATERO, VOTA A OTRA OPCIÓN POLÍTICA, EN BLANCO, O APLICA LA ABSTENCIÓN POLÍTICA, QUE CADA VEZ COBRA MÁS FUERZA, COMO RECHAZO A UNAS MANERAS DE ACTUAR.
DIFUNDE ESTE MANIFIESTO, ACTÚA DE ACUERDO CON SUS PROPÓSITOS.
QUEREMOS UNA SOCIEDAD GOBERNADA POR LA JUSTICIA, LA LEALTAD, LA FIDELIDAD Y LA RESPONSABILIDAD A TODOS SUS MIEMBROS.