Últimamente se habla mucho del aumento del alcohol y la droga entre los jóvenes españoles.

La televisión nos informa a diario de las famosas noches locas de buena parte de la juventud. No importa que vivan en Madrid, Barcelona o en una pequeña ciudad. El problema es que nos muestran el hecho, pero nos ocultan la fuente del conflicto.

Está demostrado que existe una relación entre matrimonio y tasas bajas de consumo de alcohol y drogas, tanto en adultos como en adolescentes. Los hombres y mujeres casados presentan tasas menores de consumo y abuso de alcohol que los solteros. Lo confirman varios estudios que han seguido la trayectoria de los sujetos durante años: los jóvenes que se casan tienden a reducir el consumo de alcohol y drogas. También los hijos de padres casados presentan tasas más bajas de consumo de drogas, con independencia de los antecedentes familiares.

La proporción de adolescentes que han probado la marihuana se duplica entre los que viven en familias monoparentales o recompuestas, y se triplica en los que viven sólo con el padre. Los adolescentes cuyos padres permanecen casados son los menos inclinados a fumar o beber.

Las estadísticas muestran que -con independencia de la edad, la raza, el sexo y los ingresos familiares- la probabilidad de consumir drogas o alcohol es claramente inferior para los adolescentes que viven con padre y madre naturales.

¿Por qué la desintegración familiar favorece el consumo de drogas por parte de los adolescentes? Probablemente por muchos motivos. Los más destacados son que hay mayor tensión en la familia, que los padres vigilan menos y que se debilita la unión afectiva con el padre.

Clemente Ferrer Roselló

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