Si al primer discurso de George Bush nos atenemos, las perspectivas en Europa no pueden ser muy optimistas. Bush no dio la menor señal de cambio en su política exterior y en su lucha contra el terrorismo. Sus referencias fueron más bien internas, aludiendo a lo poco antes hablado con Kerry: la necesidad de que Estados Unidos no se divida en dos, la unidad de los norteamericanos. Quizás eso les basta a los ciudadanos de aquel país, pero no al resto del mundo. Ahora, sólo quedan cuatro años para cambiar.