Era lo esperable. Manuel Zelaya, el anti-constitucional presidente hondureño, quiere crear un ejército de milicianos para entrar en Honduras y enfrentarse al actual Gobierno de Micheletti. En las fotos, Zelaya ya se deja ver rodeado de militares, y paramilitares, armados. Por cierto, paramilitares y milicianos son lo mismo: hombres armados, a veces mercenarios, a veces fanáticos, dispuestos a matar a sus conciudadanos. Simplemente, son paramilitares cuando son incontrolados de derechas y milicianos cuando son de izquierdas.
Zelaya cumple con todo lo previsto. Primero intentó perpetuarse en el poder, origen de todos los males, luego se disfrazó de demócrata destronado y ahora, ante la firmeza de las instituciones hondureñas, se hace con un ejército de milicianos, al modo de sus vecinos sandinistas, para recuperar el poder por las fuerzas y sumir al país en una guerra civil.
Mientras, el canciller español, Miguel Ángel Desatinos, se abraza con Hugo Chávez y desde la dictadura caraqueña golpea con crudeza y vulgaridad a Honduras.
Está claro, por Tegucigalpa pasa el futuro. Se trata de aguantar el tirón y de dar ejemplo de la limitación de mandatos, clave de la democracia en el siglo XXI, El poder absoluto corrompe absolutamente y el poder permanente corrompe permanentemente.
Eulogio López
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