Sr. Director:

La agencia de las Naciones Unidas IRIN (www.irinnews.org) se ha hecho eco el 27 de mayo de un informe publicado por la ONG británica Save The Chidren, que afirma que los servicios sexuales infligidos por trabajadores humanitarios y soldados de paz son un fenómeno cuya amplitud está subestimada porque los mecanismos concebidos para animar a las víctimas a denunciar a sus agresores y para proteger a esas víctimas están poco desarrollados.

«Para cada caso de servicios sexuales declarado, un gran número pasa en silencio», ha señalado  Corinna Csaky, autora del informe. «Los niños y las personas que se ocupan de ellos tienen demasiado miedo y se sientes impotentes para manifestarse».

En el marco de las investigaciones llevadas a cabo por Save the Children con vistas a publicar el informe, titulado «No One To Turn To» (Nadie a quien dirigirse), la organización ha declarado haber realizado estudios en Haití, Costa de Marfil y en el sur de Sudán en 2007.

En todas estas regiones, la organización ha recogido pruebas de que los niños, con unos 6 años de edad en algunos casos, se veían obligados a prestar servicios sexuales a trabajadores de la comunidad internacional.  

Los niños han indicado numerosos tipos de maltrato, entre los que se encuentran el intercambio «alimento contra sexo», las violaciones, la prostitución infantil, la pornografía, los atentados al pudor y el tráfico de niños con finalidad sexual.

Según el citado documento, los autores serían de todo tipo de organización humanitaria, de mantenimiento de la paz o de seguridad, a todos los niveles jerárquicos, y tanto entre los empleados locales como entre los trabajadores internacionales. Y los crímenes que cometen no se declaran. Sin embargo, las Naciones Unidas y numerosas ONG han establecido distintos códigos de conducta, un sistema de cooperación entre organizaciones y distintos mecanismos destinados a animar a declarar los abusos.

En las regiones en las que se distribuye ayuda humanitaria, las víctimas tienen miedo de que sus agresores vuelvan para hacerles daño o que las organizaciones humanitarias dejen de prestar ayuda; se quejan de estar estigmatizadas por su familia y su comunidad.

Las organizaciones deberían tomarse en serio el problema de los servicios sexuales tanto como los temas de seguridad, convocando a sus responsables a reuniones para abordar la situación y los riesgos a los que se exponen.

En su informe, la organización recomienda igualmente el poner en práctica mecanismos locales eficaces de presentación de denuncias, crear un nuevo órgano de control mundial que vigilaría y evaluaría los esfuerzos realizados por las organizaciones internacionales en su lucha contra el maltrato, y desarrollar más los sistemas nacionales de protección de la infancia.

«Los obstáculos para ello reposan en la voluntad política. Se trataría de que las organizaciones desearan y buscaran activamente tratar un problema que un buen número preferiría ignorar.» Pedimos una nueva cultura de transparencia y de apertura, de nuevas prioridades en aquellos que trabajan en situaciones de urgencia, con el fin de hacer del bienestar de los niños una prioridad.

Como siempre tenemos la impresión de que a grandes males, como es el caso, tibias acciones. Hay una gran laxitud en temas que deberían avergonzarnos a todos y apoyamos la creación de un organismo internacional de tutela.

Que no todo sean buenas palabras. La denuncia hecha por Save The Children es lo suficientemente dura para que pongamos remedio sin dilación.

María Teresa Vaquero 

maite.vaq@hotmail.com