Sr. Director:
Bueno, no sé si darle la enhorabuena o echarme a temblar, porque el Sr. Presidente ha dicho que hará de la política familiar el eje de la legislatura, y pienso si referirá a alargar el vademecum familiar con familias a partir de Pepita y su perro, o de Juanito casado consigo mismo porque es al que más quiere
Pero -por una vez- puede que sea sincero, y se proponga defender de verdad a la familia. Si es así, le sugiero un camino: el llamado derecho de la mujer trabajadora es, en un alto porcentaje, no un derecho sino una obligación, por necesidad de equilibrar el presupuesto familiar.
El derecho a elegir -trabajar en casa o fuera- conlleva situar en niveles similares ambas opciones, es decir, asignar un sueldo a la que se queda en casa, cuya aportación a la sociedad tiene un alto valor, especialmente cuando hay hijos pequeños o familiares dependientes; no hay más que echar una ojeada a las estadísticas de familias desestructuradas, a hijos que crecen en soledad o al cuidado de unas u otros.
El trabajo de la mujer fuera de casa no es el único motivo de esta situación, pero sí la minoría mayoritaria.
Amparo Tos Boix
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