La verdad es que ha sido un gran golpe de efecto. Al mundo financiero, por ejemplo, le ha gustado y disgustado a un tiempo. Por lo general, ha gustado de la decisión de Zapatero de retirar las tropas durante su primer día de trabajo como presidente del Gobierno, por aquello de que a las finanzas le van los gestos de autoridad (y hasta los de tiranía). Sin embargo, no ha gustado la decisión en sí, porque a las empresas no les disgusta la guerra de Iraq, y al mundo financiero mucho menos. Lo único que las disgustaría es que el Ejército norteamericano perdiera esa guerra. Es decir, un nuevo Vietnam.

 

Por cierto, han pasado inadvertidas, quizás demasiado, las afirmaciones del comandante José Just Aparicio, jefe del contingente de soldados españoles que regresó de Iraq el pasado viernes 16. Para Just, los soldados españoles de Base España no sufren el acoso hostil que reflejan los medios de comunicación: "Ustedes ven aquí siempre las mismas imágenes por televisión, los ataques, los asaltos, los mismo vehículos quemados; el resultado es una deformación de la realidad que no se corresponde en absoluto con lo que allí ocurre". Es más, Just no se coloca en este caso frente a los medios informativos, sino también frente al nuevo Gobierno socialista, con el nuevo ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, para quien lo único que hacen las tropas españolas allí es "protegerse unos a otros".  Así que, de puertas adentro, ya sabemos en qué consiste la política de diálogo de ZP. Con el nuevo Ejecutivo pasamos de la guerra "por si acaso" (genial definición con la que Zapatero bautizó el apoyo de Aznar a Norteamérica) al diálogo "a posteriori". Es decir, primero se toman las decisiones y luego, eso sí, con carácter de urgencia, se convoca al Parlamento para discutir una medida ya puesta en práctica.

 

Zapatero ha conseguido el golpe de efecto que buscaba para responder a quienes no le consideran ni con talento ni con capacidad suficiente para regir los destinos del país.

 

En el caso de la Ley de Calidad en la Educación el asunto ha sido similar: ni tan siquiera se ha cumplido con el plazo legal para instaurar una nueva ley que sustituyera a la LOCE. Simplemente, se ha paralizado en la práctica su aplicación. Desde luego, en 1996, el PP no hizo tal cosa con la LOGSE, sino que continuó aplicándola mientras intentaba paliar sus efectos y modificar lo que no le gustaba.

 

Y más. ¿Va a dialogar Zapatero sobre la liberación total del aborto o sobre la eutanasia con el movimiento pro-vida, o va a aplicar la misma política de hechos consumados? ¿Va a negociar la validez de la asignatura de religión con el Partido Popular, ¿va a dialogar con los nacionalismos moderados sobre la reforma constitucional, o sobre déficit público con el PP y CiU? Y, sobre todo, ¿va a dialogar Zapatero con la oposición y con la CEOE el recambio en las Presidencias de las empresas privatizadas, es decir, de las empresas más importantes del país, o simplemente va a aplicar la política de hechos consumados como está haciendo con la retirada de tropas españolas? Porque Francisco González (BBVA), Manuel Pizarro (Endesa), Miguel Blesa (Cajamadrid), Pablo Isla (Altadis), Alfonso Cortina (Repsol) y César Alierta (Telefónica) empiezan a comprender lo que significa el diálogo ‘a posteriori'. Y ojo, porque aquí no estamos hablando de competencias administrativas, salvo en los importantes aspectos de regulación y de la acción de oro o veto político, dos palancas muy poderosas para provocar cambios en las grandes corporaciones.

 

Por el momento, la política de diálogo ‘a posteriori' no acaba de contentar a muchos. Eso sí, en la "City" madrileña se habla y no se para de la entrevista concedida por el presidente de La Caixa, Ricardo Fornesa, a Actualidad Económica, el semanario económico del Grupo Recoletos, que vuelve con ello al centro de la actualidad tras un dilatado lapso de destierro. Fornesa dice no comprender por qué se teme tanto a los socialistas. Si no lo sabe, que pregunte a los grandes presidentes de las empresas privatizadas, que a lo mejor le dan alguna idea. Porque todos ellos no han hecho otra cosa que alabar a ZP y el cambio político.

 

Y, sin embargo, es cierto: hay terror al nuevo Gobierno en las empresas estratégicas. A lo mejor es que los empresarios también sospechan que el diálogo es un medio, no un fin y que, por tanto, debe manejarse ‘a priori', no ‘a posteriori'.

 

O lo que es lo mismo, Zapatero ha conseguido lo que pretendía, que se puede resumir así: "Aquí mando yo". El coste económico que su decisión pueda provocar en las empresas españolas está por ver, pero, desde luego, va a haber coste.