Sr. Director:

El pasado lunes, el Tribunal Supremo dictó una sentencia histórica, subsanando así una grave alteración del orden constitucional: desde que el cuerpo se creara en 1982, ni una sola promoción de ertzianas ha prestado juramento de lealtad a la Carta Magna, como hacen el resto de las fuerzas policiales del país.

Resulta inaceptable que las personas que aplican el poder coercitivo del Estado no acaten su norma fundamental. A partir de ahí, se pueden llegar a imaginar escenarios espeluznantes.

El PNV jamás se reconciliará con la Constitución que no aprobó en su momento, y se empeña en hacer la guerra por su cuenta al Estado, cuyos sucesivos gobiernos llevan seis lustros cual tentetieso, aguantando los golpes, pero sin dejar de bailar al son de aquellos que prefieren que sus policías no se contaminen con la Suprema Ley. Entre otras cosas.

Eduardo González García

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