1. La primera razón: porque la crisis ha sido producto de la especulación desmedida en las bolsas y no se ha castigado fiscalmente la especulación ni parece que se vaya a castigar.

Me parece estupendo que brokers y banqueros cobren menos, porque es inmoral lo que cobran, pero eso no arregla la economía de todos, sólo merma la de unos pocos. Y no por ello dejarán de hacer las mismas salvajadas que ahora. 

2. El aspecto más preocupante de la crisis actual es la producción y el precio de los alimentos, lo que no sólo ha disparado su precio en Occidente y el hambre en Oriente sino que, encima, ha inspirado el regreso del malthusianismo, que es como el monstruo de Frankenstein de la economía. Sin embargo, ni Estados Unidos ni la Unión Europea están dispuestos a detener su política proteccionista, de canibalismo agrario y urbanización ultra acelerada así como de subvenciones a la pereza agrícola. En Washington no se habló ni de PAC europea ni de las Farm Act norteamericanas.

3. Entre los emergentes estaban países como Arabia y Rusia, destacados miembros del chantaje energético al mundo libre, el uno como primer productor mundial de petróleo, el otro como primer productor mundial de gas. Enfrente, un Occidente, paralizado por la estupidez eco-gorista no reacciona como exige el sentido común: con una apuesta definitiva por la fisión -y la fusión- nuclear, que es la energía de los pobres y la que no emite CO2.

4. Como decíamos ayer: fomentar el consumo no es cambiar el capitalismo sino ahondar en lo peor del capitalismo de siempre. No hay que incentivar fiscalmente el concurso, sino el trabajo. Los líderes mundiales, a pesar de su apariencia equívoca, son humanos: capaces de tropezar una y otra vez en la misma piedra.

5. Afortunadamente, quedó en estado latente la idea de globalización del poder económico. Lo único que hay que globalizar son los salarios y los impuestos, pero no la moneda, ni la regulación financiera, ni nada que se le parezca. Nada más parecido a una tiranía mundial que un Gobierno mundial. Globalizar no puede consistir en homologar condiciones de vida al alza, no en fusionar poderes, porque entonces el mundo estaría jugando al borde del poder único mundial, que no podrá ser otra cosa sino a la tiranía global.

Ya tenemos bastante experiencia negativa como los tribunales internacionales, prisioneros de lo políticamente correcto. Insisto: ¿Cuánto tardará la Corte Penal Internacional en sentar en el banquillo a la Iglesia Católica por homofobia o por atentar contra los derechos reproductivos?

Exactamente por la misma razón: ¿Por qué poseer un sólo emisor de moneda? Bretton Woods ya creó esa moneda única para ayudar a quien no podía pagar: los Derechos Especiales de Giro del FMI. Pero la soberanía monetaria siguió repartida. ¿Por qué un sólo supervisor mundial? Tal y como hablan nuestros líderes políticos, parece que algunos están deseando unificar todo en un solo Gobierno mundial, y supongo que todos pretenden dirigirlo: ¡Qué peligro!

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com