La libertad de expresión es un pilar de la democracia y es lo primero que suprimen los regímenes totalitarios o dictatoriales, como el de Cuba, Venezuela o Irán.
Amparándonos en esa libertad, ¿podemos atacar las creencias religiosas? El Tribunal Europeo de Derechos Humanos tiene sentencias a favor de la libertad de expresión y a favor del respeto a la libertad religiosa. Pero, como dice Rafael Navarro Valls, catedrático de Derecho de la Universidad Complutense, el criterio de este alto tribunal no varía: "el límite de la libertad de expresión radica en que su ejercicio no implique un nivel tan grande de injuria y de negación de la libertad de religión de otro, que la propia libertad de expresión pierda el derecho a ser tolerada por la sociedad".
El Tribunal reconoce que no gozan de la protección de esta libertad las expresiones que buscan difundir, incitar o justificar el odio basado en la intolerancia, incluida la intolerancia religiosa. No es sensato proclamar una libertad religiosa sin límites. Pero las bases de la democracia se tambalean si se autorizan ataques gratuitos, graves y discriminadores contra las convicciones religiosas.
Lo ha dejado bien claro el Parlamento Europeo, en el caso de la libertad de creación artística, que debe coexistir con la responsabilidad y el respeto de los derechos humanos, los sentimientos y "convicciones religiosas, independientemente de que se trate de la religión musulmana, cristiana, judía o cualquier otra".
Clemente Ferrer Roselló
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