Los políticos españoles han conseguido que la Comisión de Investigación sobre los atentados del 11 de marzo no interese a nadie, salvo a la llamada "opinión publicada", que por lo general suele ser la menos enterada de la cosa, quizás porque tan desinformante es el exceso de información como la penuria. Además, todos los grupos parlamentarios por un lado y el Partido Popular, por el otro, han tensado la vida pública alrededor de la masacre del 11-M. En otras palabras, cunde la convicción de la que ya hemos hablado en Hispanidad.com desde las primeras jornadas: la Comisión no sirve para nada sino para afrentar a las familiares de las víctimas y para enfrentar a los fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.
Así, el director de la Policía Nacional, eurodiputado del PP, Agustín Díaz de Mera, en tono retador y hasta chulesco, afirmó durante su comparecencia, en la mañana del jueves 22, que le costaban al menos dos deslealtades por parte de cargos de la policía que filtraron información al PSOE tras el 11-M. Información filtrada pero falsa, que, según el acusador, confundió al partido de Zapatero (aunque la confusión, a la postre, le saliera bien).
Lo más curioso es que de Mera se negó a responder a todos los grupos que le preguntaban por los nombres de ambos "delatores". El compareciente advirtió que sólo los revelaría en el caso de que fueran los representantes socialistas quienes le formularan la pregunta. Estos tuvieron dos oportunidades de hacerlo… y no lo hicieron. Conclusión: los periodistas salían de la Sala comentando el viejo refrán español: el que calla otorga.
No sólo la Comisión es una confusión en sí misma, sino que el relato que están efectuando los medios es lamentable: leer El País o el leer El Mundo, o ABC o La Razón significa enterarse de dos hechos distintos, que casualmente sucedieron en el mismo Congreso de los Diputados. Al parecer, todos los medios del sistema y todos los partidos políticos, están implicados. No es de extrañar que la gente empiece a "pasar" de Comisión.