He reconocido la voz de mi amigo Igal Palmor, antaño agregado de Prensa en la embajada israelí en Madrid y hoy portavoz de la diplomacia hebrea.

Palmor ha hecho honor a la austeridad, también en palabras, de la diplomacia israelí: Si no dejan de lanzar misiles contra Israel que, al menos, sepan el coste.

El sábado las tropas israelíes entraban en la Franja de Gaza,tras una semana de bombardeos aéreos. Mientras, en el Líbano, los fanáticos de Hezbolá, enardecidos por si triunfo en el Líbano, lanzaban misiles contra el norte de Israel.

No apoyo a Israel por ser una democracia. Al menos, no sólo por eso. Lo era la II República española, pero justificó el golpe militar de Franco por los asesinatos de aquella democracia, de aquel Régimen, de aquellos gobiernos, sobre sus enemigos políticos y, sobre todo, contra los católicos, a los que no asesinaron unos incontrolados, sino el propio Gobierno, el mismísimo régimen.

En definitiva, defiendo a Israel porque son nuestros hermanos mayores en la fé y porque son un pueblo que luchar por su supervivencia, con un ejército que pelea en campo abierto. No son terroristas, como Hamas o Hezbolá. Insisto en que, para los musulmanes, la guerra es un asunto de familia: los chicos de Hamas disparan el misil y luego corren a esconderse en sus casas, detrás de sus mujeres y niños, utilizando a la población civil como escudo. Es lo propio de los terroristas. Utilizan la violencia, pero encima la violencia cobarde, parapetados tras la masa de inocentes.

Por tanto, Israel tiene toda la razón. Puede discutirse si el castigo desde el aire ha sido excesivo, pero es que es difícil luchar contra un enemigo que no da la cara. Ahora bien, la legítima defensa siempre debe guardar proporción entre ataque y respuesta pero me sorprende que no se convocaran manifestaciones ante las embajadas o delegaciones palestinas cuando los chicos de Hamas lanzaban misiles sobre las poblaciones judías.

No, digo que a Israel le asiste la razón moral -o sea, la razón- pero se equivoca. Está cometiendo el mismo error que en El Líbano, el mismo error de Bush en Iraq (por cierto muy llamativo la visita del iraquí Nuri al Maliki al iraní Mahmud Ahmadineyad. Tan sonrientes y felices). No se pueden matar moscas a cañonazos, no se pueden emplear ejércitos contra terroristas. La guerra del siglo XXI, la guerra contra el terrorista solo vale la investigación y la información, la policía, no las brigadas motorizadas.

En Líbano, este pueblo de dura cerviz, pero entrañable para cualquier occidental, debería haber aprendido que de nada vale bombardear con F16 cuando el enemigo puede lanzar misiles desde motocicletas, a muchos kilómetros de distancia y volverse a cenar a casa.

Creo, y ojalá me equivoque, que Israel tiene razón y creo que Israel se equivoca. Es más resultaba mucho más eficaces los asesinos selectivos que los bombardeos aéreos o las invasiones con unidades motorizadas. Y no provocaban tantas víctimas inocentes.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com