Ocurrió en casa de Javier Oraá, el que fuera hombre clave de General Motors en España. El anfitrión había invitado a cenar al ex presidente del Gobierno, José María Aznar, y al ex presidente del Banco Hispano Americano, Claudio Boada. Boada, genio y figura hasta la sepultura, consiguió cabrear a José María Aznar a costa de recordarle sus dolores en Moncloa: arrogancia, ausencia de diálogo con los nacionalistas, etc. Hasta por dos veces, Aznar amenazó con abandonar la reunión si se continuaba por esos derroteros.
Está claro que el primer presidente del Gobierno español que se ha autolimitado su mandato no logra, sin embargo, aceptar los errores cometidos. Al menos, eso pensaron los comensales, aunque también es cierto que el asesinato colectivo del 11-M distorsiona cualquier análisis sobre la derrota del PP el 14-M.