Es realmente vergonzosa la puesta en escena de Rodrigo Rato y del Gobierno Aznar en materia de códigos empresariales de buen Gobierno. Ni la normativa sobre Opas que prepara el Gobierno protege al pequeño accionista (seguirá permitiendo adquirir participaciones de control gastándose menos de la mitad de lo que se necesitaría) ni la Comisión presidida por Enrique Aldama (todo un empresario "made in CEOE" elaborando un Código de Buen Gobierno de las Empresas, algo así como nombrar a un pirómano jefe de Bomberos) ha entrado en la clave de los desórdenes, mangoneos y demás trifulcas empresariales, descubiertas, que no surgidas, tras el caso Enron.

Se confirma que, al igual que hiciera la Comisión Olivencia, Aldama y sus chicos no han seguido la pista del dinero. Así que los poderosos, banqueros, empresarios y altos ejecutivos, pueden respirar tranquilos. Si Rodrigo Rato pretendía, siempre acusado de favorecer a sus amigos empresarios, librarse de esa imagen, la verdad es que no lo ha conseguido.