Sr. Director:

En los últimos días nos hemos visto sorprendidos por propuestas de todo tipo relativas a la mejora de la educación pública.
Pero yo me pregunto, ¿algún partido político se ha preocupado por conocer si el electorado quiere una educación pública? En vez de todas estas propuestas que suenan a electoralismo evidente, ¿por qué no se da a todos los padres un cheque escolar de un montante equivalente al precio de una plaza escolar pública (por cierto, actualmente, es vergonzoso, el doble de lo que el Estado paga por cada plaza escolar a un colegio concertado) como ya sucede en varios países de Europa y que cada padre pueda elegir a qué colegio quiere llevar a sus hijos complementando esa cantidad, si fuera el caso, hasta alcanzar el coste del colegio privado, si esa es su elección?

¿Por qué queremos seguir involucrando al Estado y sus Comunidades Autónomas, de funcionamiento claramente mejorable, por decirlo suavemente, en todas las actividades y especialmente en la educación? Esta propuesta sí que sería radical y muy aceptada por los padres de este país. 

¿No será que hay mucho miedo a la pérdida de influencia y poder político, especialmente en aquellas Comunidades Autónomas en las que han sido ya transferidas estas responsabilidades, y, por tanto, miedo a que la enseñanza pública se venga abajo si se da a elegir a los padres qué educación quieren para sus hijos?

Libertad es poder elegir y hoy en día no hay libertad de enseñanza. Quien prefiere una enseñanza privada para sus hijos y no puede pagársela en su totalidad, no puede elegir y tiene que sufrir la ineficiencia y falta total de motivación de la enseñanza pública. Y si con mucho esfuerzo y quitándoselo de otras cosas (siempre hay prioridades) consigue llegar a pagarla, deja de recibir, injustamente, el precio que el estado se ahorra al no hacer uso de esa plaza escolar pública. La implantación del cheque escolar sí que es una propuesta radical y no la de poner un ordenador por cada dos niños (por cierto, ¿para hacer qué? ¿Jugar en la Red?).

Gerardo Marín 

papa@marincarcedo.com