No sólo es que se trate de algo inmoral, porque no deja de ser la matanza de seres humanos pequeñitos, no en potencia, sino en acto, de la misma manera que un cachorro no es un perro en potencia, sino un perro pequeño, un perro en desarrollo. No, es que además de inmoral es un fracaso, un fiasco, una tomadura de pela, befa y escarnio, ludibrio y pitorreo, a cargo de trepas de la categoría del prestigioso científico (PC) hoy ministro de Sanidad de Zapatero, Bernat Soria. Vamos, que con células procedentes del destripamiento -por qué no aplicar el término destripamiento al troceo y aniquilación de lo que compone una unidad- no se ha curado ni un vulgar resfriado. López Moratalla concluye de esta guisa: 600 protocolos provenientes de células madre troncales, adultas, frente a ninguno de las células embrionarias. No sólo eso, Moratalla ejerce en la Universidad de Navarra, de cuyo centro investigador CIMA, surgió por vez primera, el aviso para navegantes que hoy nadie niega ya: que las células procedentes de la matanza de embriones no sólo no han curado nada sino que, además, provocan tumoraciones. Por el momento, nadie ha dimitido ni ningún PC ha entonado un mea culpa.
Como la memoria es muy puñetera, les aconsejo que recuerden dos cosas: por un lado las continuas referencias de ese ignorante compulsivo y atrevido mentiroso -si, así, no al revés- que es el presidente del Gobierno español, Rodríguez Zapatero, al muy progresista investigador con células madre embrionarias, o el doble lenguaje nuevo de la ministra de Información, Cristina Garmendia, que para triunfar en el mercado utilizaba células madre adultas pero para ser ministra del Gobierno socialista, defendía el destripamiento de embriones.
¿Da el Gobierno marcha atrás, o los diarios El Mundo y El País, que con tanto entusiasmo han defendido la masacre de embriones humanos? Ni mucho menos, sencillamente ocultan el fracaso.
Ahora bien, a López Moratalla se le ha olvidado algo: ahora que sabemos que la investigación con células madre es un fracaso total, hay que dar el segundo paso: suprimir la gran proveedora de embriones humanos: la fecundación in vitro. Suprimirla o, al menos, que sirva para aquello para lo que fue creado: para tener hijos, no para congelar embriones sobrantes. Recordemos, porque ya lo hemos olvidado, el proceso de la fecundación artificial: se fecunda la mujer por tríos o quintetos, tras hormonizarla como a una vaca; de los embriones fecundados parte se van a la nevera y otra parte se introducen en el cuerpo de la madre, tres o cinco; si hay suerte, todos se desarrollarán el seno materno. Suerte para la madre obsesionada con alumbrar, que no para los embriones, pues, por lo general, se abortan todos menos uno -abortos selectivos, que le dicen-. Los que utilizan los PC en sus laboratorios para sus experimentos Frankenstein -la comparación no es adecuada, en este caso no se fabrican monstruos, sino que se matan embriones- son los de la nevera, los crioconservados. Conclusión: una vez que se ha descubierto que la matanza de embriones no sólo no ha curado a nadie sino que ha provocado cáncer, es urgente o bien eliminar la FIV, y el que no pueda tener hijos que los adopte -tener hijos no es un derecho, y lo más humano parece que los niños nazcan de la relación amorosa de sus padres, no de un tubo de ensayo- o, al menos, utilizar cada técnica para lo que le es propio: ¿que usted quiere tener un hijo por FIV? Pues se le fecunda y se le inyecta un solo embrión (o tantos como desee tener y educar. Ni uno más. Es lo que hacen en Alemania. Moralmente no se puede admitir y un cristiano sólo puede aceptar la supresión de la FIV, pero al menos, no se producirá el actual horror homicida. En cualquier caso, mientras se sigan produciendo embriones humanos "sobrantes" cualquiera que se sienta inclinado a secundar la vieja tentación del "Seréis como dioses", cosificará esos embriones.
¿Comprenden por qué no es una exageración calificar la primera legislatura del Gobierno Zapatero como la más homicida de la historia reciente? Las leyes de reforma de la FIV y de Investigación Biomédica, son la que han posibilitado la gran matanza perpetrada, en esta ocasión en los laboratorios de los PC convertidos en campos de exterminio con la impunidad que produce el no ver a la víctimas, o al menos verlas por un microscopio como un conjunto de células. Como diría un argentino, al calificar estas leyes como nacional-socialistas, no estoy insultando al Gobierno ZP, le estoy informando. Eso sí, la matanza de embriones sobrantes de la fecundación asistida es una barbarie que no empezó con el PSOE, sino con el Partido Popular en tiempos de la ministra Ana Pastor. ZP lo único que hizo fue lo de siempre, soplar en las llamas para que el incendio se convirtiera en incendio progre, esto es, devastador. De ello se encargó otra miserable -sí, miserable- llamada Elena Salgado, antes ministra de Sanidad, hoy en Administraciones Públicas.
Eulogio López
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