Fría, glacial. Así ha calificado la prensa la visita de la presidenta del Congreso norteamericano, Nancy Pelosi, al Vaticano.

No voy a negarlo, porque es verdad. Benedicto XVI, que no da puntada sin hilo, ha aprovechado la visita para recordar a los congresistas norteamericanos que deben apoyar la vida.

¿Es lógico que la Iglesia, en su defensa del más inocente e indefenso, el no nacido, sea más áspera con el católico abortista que con el abortista ateo? Sí, es lógico, porque el futuro de la humanidad depende de la fe pero, el futuro de la razón depende, además, de la coherencia. Un cristiano abortista es mucho peor que un abortista agnóstico. Los dos son homicidas, pero, el primero, además, es incoherente y escandalizador.

La multimillonaria Nancy Pelosi es un prototipo de católica por el derecho a fastidiar. Cuando Benedicto XVI visitó Nueva York, a sabiendas de que los obispos norteamericanos habían prohibido dar la comunión a políticos católicos abortistas, la ilustre presidenta del Congreso norteamericano se coló en una fila lateral y comulgó de manos de un cura despistado. Algo parecido hizo John Kerry, candidato demócrata a la Presidencia en 2004.

La pregunta es, si no acepta el Magisterio de la Iglesia, ¿por qué no se dan de baja y se convierten en anabaptistas del séptimo día, por ejemplo? ¿Puede la Pelosi  creer que en el pan que se introduce en la boca está el mismo Dios, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad, y al mismo tiempo considera que trocear a un niño en el vientre de su madre es un derecho? ¿De verdad?

Doña Nancy me recuerda la anécdota de aquel canónigo archipámpano, ya fallecido, ferozmente  progresista, habitual de las páginas de El País, dedicado a machacar a la Iglesia -un oficio de honda tradición- a la que un compañero de sotana le preguntó un día por qué no colgaba los hábitos y se echaba una señora mollar (conociendo su apariencia esta salida no es fácil, pero siempre se puede acudir al ánimo de lucro), a lo que nuestro clérigo respondió: Porque si cuelgo los hábitos ya sólo seré un ex cura, y yo quiero fastidiar a la Iglesia desde dentro.

Como Nancy Pelosi: una católica por el derecho a fastidiar.

Eulogio López

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