En paralelo, pretende ampliar el concepto de inversiones en infraestructuras

Ya saben que en el mundo hay mentiras, grandes mentiras y contabilidad. Pues bien, esto es aplicable no sólo a las empresas sino a las administraciones públicas. Desde que se aprobara el Estatut que conmina al Estado a invertir en infraestructuras en Cataluña, la Generalitat ha estado peleando por el concepto de infraestructuras. Como no siempre las carreteras, los puertos o aeropuertos son necesarios, el Gobierno catalán quiere ampliar el concepto de infraestructuras para tener más margen de maniobra. Y así incluye desde centros de investigación hasta lugares de educación y formación. O sea, todo.

En cambio, cuando se trata de aportar al sistema común de financiación de las CCAA, el embudo se hace fino. La Generalitat quiere que se financien por el nuevo sistema sólo los servicios esenciales: educación, sanidad y dependencia. Lo demás, que se lo pague cada uno. De esta forma, tendríamos equidad en los servicios esenciales y diferencias en no esenciales entre ricos y pobres o entre buenos gestores y malos gestores.

Esta es la ley del embudo hábilmente utilizada. De esta manera se explica que la multilateralidad sea compatible con la bilateralidad. Se pacta en el Consejo de Política Fiscal y Financiera unos mínimos para todos y luego se compensa a Cataluña en negociación bilateral, que es la que de verdad marca la diferencia. Por aquello del fet diferencial y del Estatut soberanista aprobado en Cortes por la irresponsabilidad de un PSOE.