El Ejecutivo popular inventó los "planes", que consistía en paquetizar actuaciones de Gobierno bajo un nombre pomposo. El Gobierno socialista de ZP se está caracterizando por los altos comisionados y los observatorios. Aquí quien no tenga un observatorio, no es nadie. Y Castro le está cogiendo gusto a Gobbels y ha decidido anunciar a bombo y platillo tres importantes medidas económicas. Para endulzar el fin de año. Papá Fidel es así.

El primero es el acuerdo con Venezuela. Ya saben, petróleo a cambio de médicos. El segundo es el acuerdo con China para la explotación del níquel, del que Cuba es reserva mundial. Los dos ya estaban vendidos, así que Castro necesitaba una novedad para que el pack fuera suficientemente atractivo. Ahí va: petróleo. Palabra mágica. Según reza el dictador, el pasado 14 de diciembre la compañía canadiense Sherritt-Pebeco habría encontrado un yacimiento "muy prometedor" con extracciones de 1.000 toneladas de crudo semipesado. Un chollo situado a 55 kilómetros de La Habana, muy cerca del yacimiento de Repsol YPF, que, según la petrolera hispano-argentina, resulta "poco interesante" desde el punto de vista económico.

La canadiense podría estar de enhorabuena. Pero Castro también, porque como es conocido, todas las inversiones extranjeras en Cuba se realizan bajo el formato de "joint venture" 51-49. El extranjero pone el capital y el Estado cubano "la infraestructura". Una fórmula como otra cualquiera de cobrar un peaje del 50% y asegurar el control empresarial desde el poder.

Pero esta vez se trata del oro negro. Y si la información es cierta, será un auténtico balón de oxígeno para el dictador. ¿Se repetirá la maldición del petróleo, que enriquece a las élites y arruina a los pueblos?