Emilio dice no conocer a Rodrigo Rato sino a título institucional; por contra, Jaime asegura que los Rato eran clientes del Santander desde hacía lustros. Emilio asegura que no sabe nada de la operación Aguas de Fuensanta ni de la operación Castellana 7: remite al juez a Alfredo Sáenz. Por cierto, éste último ya advirtió que la comisión de 6 millones de euros pagados en un paraíso fiscal se hizo... por indicación del Santander. El fiscal: pero a ese señor, ¿no le nombraron ustedes?

Muy divertida la comparecencia de los hermanos Jaime y Emilio Botín en el Juzgado de Instrucción 47 de Madrid sobre el caso Aguas de Fuensanta, aquella salutífera empresa de la familia Rato (figuraban los hermanos Ángeles y Ramón y la esposa de Rodrigo Rato, vicepresidente del Gobierno), donde el Banesto en reflotamiento pasó de acreedor a propietario.

En pocas palabras, el Banesto adquirido por el Santander condonó 3 millones de euros para los hermanos Rato, propietarios de casi la mitad de la compañía, al tiempo que les compró su participación por otros 3 millones de euros. Hablamos de una empresa en quiebra técnica y de un banco en crisis dedicado a vender todo tipo de activos, no a comprar empresas.

La querella va unida a otro apartado del caso Banesto, en el que el banco entonces dirigido por el reflotador Alfredo Sáenz, hoy consejero delegado del Santander, pagó 6 millones de euros a una sociedad fantasma, domiciliada en el paraíso fiscal de Madeira, simplemente por intermediar en la venta de Castellana 7, una de las sedes sociales de Banesto.

En cualquier caso, en la mañana del jueves 8 comparecían los hermanos Jaime y Emilio Botín ante el juez. Alfredo Sáenz se queda para dentro de unos días dado que alegó un viaje inaplazable, al igual que el ex vicepresidente del Gobierno, Rodrigo Rato, que comparecerá el próximo día 27.   

Pues bien, resulta que Emilio Botín manifiesta que ni tan siquiera conoce a Rodrigo Rato, salvo, a título institucional y como vicepresidente del Gobierno. Lamentablemente, su hermano Jaime dijo lo contrario: que conocían a toda la familia Rato, el padre, don Ramón, y los hermanos Ángeles, Ramón y Rodrigo, pues eran clientes del Santander desde hacía lustros.

Eso sí, Emilio era presidente del Santander, que sólo era el propietario de Banesto, un banco en pleno periodo de reflotamiento con la mirada atenta del Banco de España y con mucho dinero público donado a los Botín, que hicieron en Banesto el gran negocio de su vida. Pero él no sabía nada. Y lo mismo Jaime, que no era ejecutivo -sólo vicepresidente primero del Santander-, y tampoco sabía nada.

Don Emilio ha remitido reiteradamente a Alfredo Sáenz, su segundo, pero no conviene olvidar que, en su momento, durante el Caso Banesto, preguntado Sáenz por la precitada venta de Castellana 7 advirtió que eso se lo habían aconsejado en el Santander.

Es decir, que el asunto promete.

Por de pronto, recordar que ni con Rato como vicepresidente ni con Pedro Solbes, Botín ha tenido el menos problema en el caso de las cesiones de crédito, el proceso más duro al que se haya enfrentado. El juez Gómez Bermúdez se cargó en una sesión previa un sumario que la jueza Teresa Palacios tardó 13 años en reunir. Pero si el juez del 11-M pudo decidir cosa tan curiosa fue porque ni el fiscal ni el abogado del Estado, ni con Rato ni con Solbes, ni con el PP ni con El PSOE, acusaron a don Emilio. Considerando que el fiscal y la abogacía representaban al damnificado -se trataba de un presunto caso de delito fiscal, donde la perjudicada era la Hacienda pública- el círculo de la sospecha se cierra.

Tampoco resulta baladí que el caso Aguas de Fuensanta coincide con la reforma legal de Rodrigo Rato, donde, de cara a las ampliaciones de capital pasó a utilizarse el valor nominal, no el de mercado, como valor de emisión. La medida es discutible pero en cualquier caso, pura casualidad, coincidió con mega-ampliaciones del Santander para adquirir bancos, preferentemente en Iberoamérica.

En cualquier caso, de la sesión de la mañana del jueves queda para el recuerdo la pregunta del fiscal, que ante la ignorancia manifiesta de don Emilio y don Jaime en todo lo referente a Banesto, y sus continuas remisiones al testimonio de Alfredo Sáenz, no pudo por menos de preguntar:

-Pero a ese señor, ¿no le habían nombrado ustedes?