De paso, París y Berlín se niegan a aplicar la Directiva Europea que separa transporte y distribución. Ahora, parece que E.ON va a ceder. La razón es sencilla. Por orden de la Comisión Europea, la policía federal alemana entró en la sede central de E.ON precintó ordenadores. Empleados de la empresa rompieron los precintos y otra cosa. El asunto era grave, así que E.ON está dispuesto a ceder la red de transporte siempre que la Comisión no tire de la manta.
Pero hay más. Los problemas para España también llegan desde el sur. Desde Argelia, para ser exactos.
Veamos, hace 5 años el país magrebí liberalizó la energía, luego dio marcha atrás. Chakib Khelil, todopoderoso ministro del petróleo argelino, que aspira a suceder a Buteflika, actual presidente de la OPEP ha desencadenado toda una ofensiva contra España. Ha expulsado a Gas Natural y Repsol, ahora en los tribunales, y ha roto el acuerdo sobe el precio del gas (aproximadamente un 50% del gas que consume España), elevándolo unilateralmente. La argelina Sonatrach ya controla el segundo gasoducto del Magreb. A cambio de todas estas bofetadas, el ministro Joan Clos permite a Sonatrach comercializar gas en España. Increíble pero cierto.
En definitiva, maltrata Khelil a un país que le factura 2.000 millones de dólares por año y forma pinza con Francia. Argelia le asegura gas a Francia a través de un transporte liberalizado por España mientras Sarkozy le facilita acceso a la energía nuclear.
Y no olvidemos que España seguirá dependiendo del gas argelino, ya muy caro hoy en día, por el retraso nuclear, aunque ahora el Gobierno Zapatero modificara su postura, en menos de una década no dispondríamos de nuevos reactores nucleares.
En definitiva, señor Sebastián, tiene usted mucho trabajo por delante. El primero hacer que su obtuso presidente modifique su política energética. Hoy mejor que mañana.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com