Las cajas de ahorros están siendo vendidas en almoneda, sólo que en la segunda acepción del diccionario de la RAE: Venta de géneros que se anuncian a bajo precio.

El Gobierno y el Banco de España, en lugar de proteger a los protectores de nuestro sistema crediticio al por menor y de nuestra industrias estratégicas están animando a fondos de inversión y fondos de capital riesgo -éstos últimos especialmente disolventes- a que entren en el capita de las cajas bancarizadas.

Todo ello al grito de despolitización que es algo así como pretenden despolitizar la justicia o la policía, que todo se andará.

En cualquier caso, en el caso el sector ahorro, despolitizar significa que el poder en las cajas pase de los gobiernos autónomos al Gobierno Central y al Banco de España, y que la propiedad quede en manos de especuladores.

Tampoco necesitan especular mucho, dado que es el gobernador Férnández Ordóñez quien les anima. Y al tiempo, el Ejecutivo exige a las cajas de ahorros que se empecinen, como Ibercaja, o, sólo parcialmente, La Caixa, a mayores exigencias de capital que los bancos.

Pero hay alguien más que pretende cargarse la joya financiera española: los banqueros y los propios cajeros reconvertidos. Éstos últimos porque cobrarán más y los banqueros porque saben que pueden comprar activos a preciso de saldo. Es lo que podríamos llamar un latrocinio de parte y un suicidio colectivo.

Por cierto, si hay alguna caja de ahorros que realmente no puede sobrevivir, lo que hay que hacer no es convertirla en bancos: lo que tiene que hacer es cerrar.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com