Pero hay más. Los militares se quejan de la publicidad con la que el Gobierno trata de atraer a nuevos reclutas. Los veteranos hablan de que parece una publicidad de una ONG vestida de militar o un vente a estudiar a un instituto en el que, además, vas a cobrar. En efecto, se promete al aspirante que aprenderá un oficio y cobrará desde el primer día, pero, en ningún momento, se les habla de que serán soldados, advierte un oficial.
Por contraste, la campaña de reservistas voluntarios ha sido un éxito. La OTAN exigió al Gobierno español que contara con un Ejército de reservistas voluntarios. Pues bien, la primera convocatoria tenía 340 plazas y se presentaron 1.800 solicitudes. La segunda fue de 2.200 y se cubrió con 2.500 solicitantes, y los oficiales que tratan a los reservistas están mucho más contentos que con los jóvenes que acuden con 18 años recién cumplidos: son más disciplinados y serios. Eso sí, a José Bono, ministro de Defensa, no le gustan los reservistas, porque considera que casi todos ellos son de derechas y escasean los votantes del PSOE. Lo cual, rigurosamente, es cierto.
Falta tropa y faltan oficiales de complemento. Este año no se han cubierto las plazas de oficiales médicos. Falta tropa y faltan oficiales de Academia que quieran mandar tropa. La vida habitual de un oficial del Ejército español consiste, hoy en día, en realizar cursos de perfeccionamiento. El Ejército se ha convertido en una academia de formación permanente. Es la viva imagen de un Ejército absolutamente desmoralizado. Es más, un general retirado confesaba a Hispanidad.com que la única solución es la reinstauración del servicio militar obligatorio, la conscripción: Si Marruecos atacara Ceuta y Melilla, el Ejército español no estaría capacitado para defenderse. Y no estaría capacitado porque la sociedad no quiere que lo esté y porque no cree en la defensa de su país.