El beneficio de las empresas del Ibex 35, selectivo de la Bolsa madrileña, creció un 32% durante el primer semestre del año, según el diario Expansión, el primero en hacer las cuentas. Y otro 32% que es, pura casualidad, lo que creció la bolsa en 2006, es decir, lo que crecieron las rentas producto de la especulación.

Mientras, los salarios españoles crecen justo la décima parte, mientras el Banco de España suspira por la siempre necesaria moderación salarial, y el Gobierno Zapatero, tan capitalista como lo fueron los de Aznar, que en esto apenas se perciben diferencias, suspira por la necesaria moderación salarial, y los sindicatos agachan la cabeza y "asumen su responsabilidad". Dicha responsabilidad consiste en colaborar en el aborregamiento colectivo que ha convertido en cruda realidad la economía postmoderna, basada en el binomio ya repetido tantas veces en estas pantallas: "Salarios bajos y vivienda cara", un binomio que atenta directamente contra la salud de la familia y, con ello, contra la felicidad del individuo. Hoy en día, poco puede esperarse en España de las dos grandes centrales sindicales: Comisiones Obreras simplemente se ha convertido al capitalismo, mientras UGT, que aún mantiene una cierta preocupación por lo débiles, cierra la boca porque su partido, el PSOE, está en el poder, y hay que mantener a toda costa los cargos y prebendas de su clase dirigente.

Y ojo, porque hablamos de beneficio neto, es decir, que ya se ha retirado lo destinado a inversiones. Me adelanto así al sofisma habitual de los "liberales" de salón, para quien no se puede comparar el aumento de los salarios con el del beneficio, dado que una empresa está obligada a reinvertir parte de su excedente. Como mucho, le retiro la parte destinada a incrementar los fondos propios, algo inhabitual, salvo en determinados sectores, como el financiero, que trabaja "con dinero de los demás".

El pensamiento único no puede consistir en el sistema único capitalista y en el imperio de la gran empresa. Una justa distribución de la riqueza tiene dos enemigos: el Estado y las multinacionales. Si nos perdemos en los conceptos tradicionales de izquierda y derecha, estaremos dando vueltas sobre nosotros mismos, dado que la izquierda clásica se olvida del enemigo Estado, mientras la derecha clásica se olvida del enemigo privado: de las grandes corporaciones, en España, del Ibex 35.

Pero lo más grave no me parece esto: lo más grave es la aceptación social, por la izquierda y por la derecha, de los planteamientos propios del capitalismo. Frente a izquierda y derecha, lo único que se opone hoy es la doctrina social de la Iglesia católica, para quien lo importante no son los sistemas sino las personas, para quien lo importante no es la economía, sino las economías particulares. Una vez más, habrá que recordar que le debate de 100 años atrás es falso: no se trata de apunarse al o público o a lo privado: se trata de apuntarse a lo pequeño frente a lo grande, o lo que es lo mismo, a apoyar a las personas y a las familias frente a las grandes corporaciones y frente al Estado. Si lo quieren en ‘economiqués' (horrible lenguaje): ni Keynes ni Friedman: Schumpeter. Aunque sólo sea porque lo grandes es ingobernable.

Eulogio López