El presidente de la CMT asegura que pudo equivocarse en el famoso plazo de los cuatro meses para la fibra óptica. Alierta  cree posible recuperar el programa de inversiones previstas. La clave: Telefónica desarrollará las redes de fibra óptica, previas garantías de que no estará invirtiendo para terceros. Al mismo tiempo, Vodafone cambia de estrategia: invertirá más en fija para ofrecer Internet no móvil. Orange insiste en parasitar la red del operador principal para justificar sus 1.500 millones de euros en pérdidas durante 2007

Lo más probable es que el hombre de Vodafone España, Francisco Román, termine en Londres. A fin de cuentas, ha trabajado con Vittorio Colao, el nuevo CEO de a multinacional británica.

Vittorio es un italianísimo, es decir, es un vendedor tan bueno que lo primero de todo se vende a sí mismo y a muy alto precio. Ha sabido moverse en la selva de intrincadas diferencias entre el Consejo de Vodafone y su predecesor, el indio Arun Sarin. Éste ha dejado una compañía limpia y, encima, Colao aparece como el sucesor de Sarin, cuando lo cierto es que ha sido el hombre utilizado por el Consejo para satisfacer su venganza sobre el gestor indio.

Ahora bien, el reto de Colao es el mismo que el de Sarin: la Internet móvil -para entendernos, operar por la red a través del móvil- no funciona, por la sencilla razón de que la telefonía móvil es muy cara. En España, Román ya se hizo con Tele 2 para ofrecer ADSL. Pues bien, lo que tiene que hacer Colao en  todo el planeta es bajase de la burra y empezar a desarrollar la fija como soporte de la sociedad de la información. Tiene menos margen, sí, pero sólo podrá estar en el negocio de más futuro, la red, reduciendo el precio de su móvil o entrando en la fija. La vida, se pongan como se ponga Román, es móvil, pero también básica.

Orange. Los franceses han perdido 1.500 millones de euros en España, pero allá ellos con el erario público francés. Hacen competencia desleal, pero lo hacen tan mal que sus competidores Vodafone y Telefónica, no deberían preocuparse por ello. No, lo que hay que reprochar a France Telecom, es decir, al Nicolás Sarkozy es que no invierte un euro en red, y que pretende seguir viviendo, a bajo coste, de la red de Telefónica. Todo ello con el apoyo de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) que como habla mal de las empresas españolas forma parte del Estado español.

Precisamente este es el problema de Telefónica: ahora mismo, se da el absurdo de que el futuro de la sociedad de la información, que todo el mundo está de acuerdo pasa por el desarrollo de la fibra óptica, un especie de ADSL de banda no ancha, sino anchísima, depende de que la CMT, de don Reinaldo Rodríguez, tenga a bien permitirle a la empresa de César Alierta invertir en este nuevo soporte. La CMT está haciendo justamente lo contrario, porque entiende que libre competencia es reparto de cuotas entre diversos operadores. Eso, dicen los partidarios de las cuotas, redunda en una mayor baratura para el ciudadano. A la vista del propio negocio no se sabe cómo se puede decir tal cosa: precisamente, la telefonía móvil, la liberalizada, escasísima, mientras la telefonía fija, la no liberalizada, tiende a coste cero. En cualquier caso, lo lógico es que el que quiera cuota de mercado invierta en red, porque el objetivo final de la libre competencia no es que el mercado esté bien repartido entre varias compañías, sino que el ciudadano tenga acceso a un servicio bueno y barato. Ejemplo es el de Vodafone telefonía móvil: nada de virtuales, la compañía británica ha invertido en red para hacer frente a Telefónica y dar un buen servicio. Ahora, falta lo de barato. Por el contrario, France Telecom se gastó el dinero en pagar a los accionistas del Banco Santander, de Endesa y de Fenosa, así como a sus abogados, que no dejan de pleitear contra Telefónica en la CMT, por lo que no les ha quedado dinero para invertir. En concreto, el denunciante habitual de Telefónica por prácticas restrictivas de la competencia, ante Bruselas, es France Telecom-Orange. Eso sí, invertir en red, ni un euro.

Así que el problema sigue siendo el mismo: ¿Quién va a invertir en la nueva red que potenciará Internet en España? Precisamente ahora, en plena crisis, vendría bien un esfuerzo inversor en telecomunicaciones y en desarrollo de la sociedad de la información. Sociedad de la información que ya debe ser entendida, no como trío, sino como cuádruple: fija, móvil, TV e Internet.

El nuevo ministro, Miguel Sebastián, lo sabe, y si por él fuera desautorizaría toda la política de Reinaldo Rodríguez y jugará al palo y la zanahoria: permitirle a la francesa lanzar ofertas baratas de acceso a la red a cambio de que aumente sus inversiones en red, especialmente en la futura -lo que hay ahora no da ni para pipas- red de fibra.

La situación actual es ésta: el ministro Sebastián ha prometido a César Alierta que modificará la política de cuotas por otra de fomento del uso de banda ancha en España. Lo malo es que se supone que la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) es autónoma y no tiene por qué hacer caso del Ministerio, incluso puede coincidir con la Comisión Europea, cuyas dos comisarias competentes -sociedad de la información y Competencia, Viviane Reding y Neelie Kroes- son enemigas juradas de España. De hecho, Sebastián ya contradijo a Bruselas con un uniforme donde refutaba las tesis bruselinas sobre la presunta carestía de la banda ancha en España.

Pero ha hecho algo más: le ha doblado el pulso a Reinaldo Rodríguez, quien el pasado miércoles confesaba, a regañadientes, que puedo haberme equivocado en el plazo de los cuatro meses. Es el famoso, y mínimo, lapso de tiempo que el inversor en fibra óptica -es decir Telefónica- poseería antes de ceder su red a terceros. O como dicen en la compañía de César Alierta, antes de que lleguen los chupópteros. Alierta sólo espera ahora que las palabras se confirmen con hechos, para iniciar el despliegue de fibra óptica (justamente ahora que ONO ha reducido la inversión) poner en marcha su plan inversor, tanto en fibra como en VDSL.

Lo mismo se puede decir de la cautelar que obliga a ofrecer IP-TV, un producto apenas naciente en Europa. Otra cosa es que se trate de una mera estrategia negociadora de la CMT, pero al menos ahora tiene al Ministerio encima.

1.000 millones de euros hasta 2010, y hasta 5.000 millones en ADSL-2 o VDSL.

No olvidemos, además, que Reinaldo se va en noviembre junto a un grupo de consejeros. Difícilmente querrá marcharse como el hombre que bloqueó la sociedad de la información en España.

En el entretanto, sería bueno que tanto Vodafone como Orange dejaran de pagar viajes a periodistas especializados en telecos, viajes sin ningún interés informativo, sea para el Gran Premio de Fórmula 1, sea para el Roland Garros. Estoy seguro de que eso no les sirve para obtener un mejor tratamiento por parte de los mismos, pero la mujer del César Entre otras cosas porque Vodafone no lo necesita, mientras a Orange no va a lograr parar, a través de las denuncias a Telefónica, la sangría de clientes que sufre por la mala calidad de su servicio, que ya es un secreto a voces en el sector. 1.500 millones de euros por año no se pierden por la presunta posición de dominio de la competencia.