Algo bastante habitual. Llega la policía, cada vez más desanimada y pocas horas después los vecinos se enteran de que el herido no es una víctima sino un 'chorro' un ladrón, con un chorro de sangre. La historia, simple y repetida. Un delincuente roba y se da a la fuga en moto. La víctima coge su pistola y le persigue en un coche. Cuando le da alcance le dispara un tiro a bocajarro. No le mató pero estuvo a punto.
Muchos argentinos se hacen con armas para enfrentarse a la delincuencia, dado que el Gobierno no les defiende. La economía crece, el consumo también, pero, sobre todo, en Argentina crece la delincuencia y la impunidad. Las multinacionales, que elaboran sus propios planes de protección de sus ejecutivos en tránsito, ya catalogan a Buenos Aires una ciudad tan peligrosa como Ciudad de México y menos que Caracas o Bogotá.
El último incidente, el más chusco, es que, como venganza contra el gobernador de Buenos Aires, Mauricio Macri, rival político, la ex montonera Nilda Garré, ministra de Seguridad de Cristina Fernández, ha declarado zonas liberadas a hospitales, escuelas, etc. Si pasas algo, la policía federal no querrá saber nada: es cosa de Macri y su policía municipal.
Es la técnica kirchneriana: que la sociedad se vigile así misma. Resultado: la ley de la selva.
Eulogio López
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