Las Cortes aragonesas corrían el riesgo de quedarse atrás en la orgía de progresismo consistente en reconocer los derechos de los homosexuales, que, como es sabido, son listados interminables. Así que gracias a la iniciativa legal del PSOE aragonés, el silencio cómplice y cobardón de sus coaligados del Partido Aragonés Regionalista (el PAR, para que lo entiendan es un partido convencido de que  Franco tenía veleidades socialdemócratas, pero gobierna en coalición con el PSOE; y cuando se alían la majadería y la cobardía, la primera suele salir ganando) y el apoyo entusiasta de Izquierda Unida y la Chunta Aragonesista (¡Qué bajo has caído, Labordeta!), los homosexuales podrán en breve adoptar niños, para poder pervertirlos desde su más tierna infancia. Una gran tontería, por cuanto el PSOE de Zapatero se dispone a legislar el matrimonio homosexual para toda España, y el Gobierno central sí tiene competencia en la materia. Y, naturalmente, con el matrimonio homosexual llegaría la adopción.

 

Otra tontería es que el Partido Popular en Aragón se oponga a la adopción por gays. Porque fue el ministro Rajoy y el Partido Popular quienes anunciaron la legalización del matrimonio homosexual para la legislatura que ahora comienza. ¿Y cómo es posible dar el visto bueno a los matrimonios gays y negarles, al mismo tiempo, la adopción? ¿No es acaso la educación de la prole el principal fin del matrimonio? Pues entonces.

 

La verdad es que en materia de familia, es decir, la materia más importante, el PP propone y el PSOE ejerce; el PP lo admite y el PSOE lo defiende; el PP transige y el PSOE lo propaga como un logro. Es decir, diferencias de marketing, que no de contenido. 

 

Eulogio López