Arnaldo Otegi, un estadista de alcurnia, ha sido condenado a un año y tres meses de cárcel por la Audiencia Nacional, tercera etapa de su vuelta ciclista a los juzgados, porque tiene otras cosas pendientes. Es igual, todo indica que el señor Otegi no cumplirá ni un día de prisión. La razón es que el fiscal general del Estado, comúnmente conocido como Ministerio Público, no solicitará su ingreso en el trullo, y, como es sabido el juez está emparedado entre las peticiones de la defensa y de la acusación, así que si el propio fiscal pide que no ingrese en prisión

Lo cual nos lleva un tema eterno que ni la izquierda ni la derecha quieren abordar, porque una y otra afirman creer en la independencia judicial, pero no creen en la justicia popular, que es la única justicia independiente. Y es que la independencia judicial no depende de que el control sea del Gobierno o del Parlamento, porque son una misma cosa, dominada por un mismo partido o coalición de partidos. La justicia, al igual que el Parlamento y el Ejecutivo, debería emanar directamente del pueblo. Debería ser la gente la que eligiera a los jueces, que no otra es la esencia del jurado, otro invento que goza de muy mala reputación en España, a pesar de que representa un gran paso a la hora de administrar justicia.

Mientras tanto, en el Consejo General del Poder Judicial se seguirá votando según procedencia partidista, el fiscal del Estado seguirá siendo el fiscal del Gobierno lo de Conde Pumpido, verdadero portavoz de Zapatero, ha batido todas las marcas- y las decisiones judiciales resultarán perfectamente previsibles o perfectamente manipulables.

Si el Gobierno necesita que Otegi no entre en la cárcel para pactar con los terroristas, no se preocupen: Otegi no entrará en la cárcel. Oportunidad que, en aras de la justicia democrática más bien justicia mediática, por mediatizada-, que no popular, no dispone el ladrón de gallinas o el muy poderoso que haya perdido el favor de la clase dirigente. En definitiva, los privilegios de Arnaldo no los disfruta Juan Español, entre otras cosas porque está claro que la catadura moral de Juan Español es muy inferior a la de D. Arnaldo. ¡Imagínense, no es euskaldún!

El nombre mismo de justicia popular provoca reticencias. No deberían. Como decía Chesterton, cuando se trata de cuestiones realmente importantes (por ejemplo, la moral pública) que decida el pueblo. ¿El Gobierno es una institución importante? ¿Que sí?, pues dejad que el pueblo la elija. ¿La enseñanza es algo importante? Sí, pues que el pueblo, es decir, los padres, elijan la educación de sus hijos. ¿La justicia e una cuestión importe? Sí, pues implántese la justicia popular, que el pueblo elija a quienes han de juzgarle. Lo hará mucho mejor. No olviden que el mayor enemigo de la libertad es la barbarie de la especialización, que diría Ortega. Cuando se trata de cuestiones fútiles, como la inversión o el fisco, dejarla en manos de profesionales. Pero cuando se trata de algo importante, como la administración de justicia, no lo dudéis: que elija el pueblo.

Zapatero, Conde Pumpido, un juez nombrado por el PSOE, etc., podrán evitar la cárcel para un canalla como Otegi. El pueblo ya lo habría metido en la trena. Y no porque el pueblo sea más sabio : es que tiene menos prejuicios.

Eulogio López