Sr. Director:
"Me comen los nervios", "es un atropello", son parte de la respuesta de un valenciano que lleva desde 2005 luchando por su derecho a apostatar y que con rabia reconoce que la Iglesia no le da de baja de los libros bautismales.
Sin embargo, el Tribunal de Justicia ampara la decisión de la Iglesia. En efecto, dichos libros recogen un hecho sin más y no son un fichero de datos públicos. Pero que no se preocupen los apóstatas frustrados, que el sólo deseo de apostatar le borra a uno del libro definitivo: el Libro de la Vida contenedor del nombre de los salvados que habitarán en el Paraíso.
Porque abandonar la Iglesia significa abandonar a Jesús y con ello la salvación eterna. Y si nadie entra en el Cielo a la fuerza, el Infierno engulle a los rebeldes partidarios del "Dios ha muerto" y de los que se bastan para regir el destino de sus vidas.
Y no saben hasta qué punto, pues más allá de la muerte y por toda la eternidad recibiremos el pago de lo que nos hemos merecido.
María D. Bravo
mariadoloresb@gmail.com