La diferencia entre economía real y economía financiera es muy simple: la real es la que produce algo, la financiera la que compra y vende. La economía financiera ha sido la culpable de la crisis por su obsesión especulativa pero es la que ha recibido ayudas públicas para reflotarse, que no para enmendarse.
Durante la mañana del miércoles 5, en pleno agosto, el Banco Central Europeo (BCE) volvía a inyectar dinero en el sistema -como dicen algunos expertos, aunque no muchos, más gasolina para el pirómano-: nada menos que 40.236 millones de dólares al 1,34%. Dinero que, en su mayor parte, no se aplicará a ofrecer financiación a las pymes, que son las que están cerrando y arrojando a millones de trabajadores al paro en toda Europa, sino que las entidades lo están empleando para comprar deuda pública: un negocio redondo y sin riesgos que les arregla la cuenta de resultados.
No sólo eso, en la misma mañana el euribor seguía bajando, ha marcado otro mínimo del 1,34%. Sin embargo, ese descenso continuado y acentuado no se deja ver en las rebajas, que deberían ser asistenciales, del coste de las hipotecas a los clientes. El traslado está siendo lento y con la financiación barata que reciben y la onerosa que venden las entidades están equilibrando balances en favor de los directivos y de los accionistas, que no de los empelados ni de los clientes.
Las ayudas públicas, tanto del Gobierno y la Reserva Federal norteamericana como del europeo BCE están haciendo que los bancos se crezcan y decidan volver a la rueda especulativa. También durante la mañana del miércoles 5 se producía otra noticia significativa. El banco británico Lloyds anunció hoy unas pérdidas de nada menos que 3.900 millones de euros. Sin embargo, tras las ayudas recibidas y la reducción de provisiones, las acciones de Lloyds se disparaban un 10%. Lógico: los bancos de inversión han aprendido de esta crisis que nada tiene que temer: se dedicarán a las mismas actividades y se asignarán bonus generosos: cuando la próxima burbuja estalle, el Estado acudirá en su ayuda porque se ha impuesto el principio de que la banca no puede quebrar, y a una crisis provocada por la exuberante irracionalidad de los mercados se solucionará... con más liquidez, con la exuberancia.
Seguimos alimentando a la hidra especulativa y poniendo la economía real al servicio de la especulación financiera de las bolsas, lo que nos conduce a la crisis permanente.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com