Hace ya más de tres años, y ante una brutal subida de la electricidad, tal como la que inminentemente se avecina, logramos vender todo el ajuar eléctrico.
Al poco tiempo, ante la imparable escalada de los carburantes y subidas de impuestos, nos deshicimos del viejo utilitario. Con los fondos recaudados y unos ahorrillos adquirimos, a muy buen precio, una cueva, naturalmente sin fluido eléctrico.
Allí nos trasladamos toda la familia. La mayoría de familiares y amigos, no entendiendo nuestra postura nos llegaron a tomar por locos. Hoy muchos de ellos ya son vecinos nuestros. Ni que decir tiene que las cuevas sin electricidad se ha revalorizado muchísimo, debido a la fuerte demanda.
Lo que últimamente nos preocupa bastante es que los hijos de los que llevamos más tiempo viviendo al modo troglodita andan cada día más encorvados, su cuerpo se está cubriendo de gran cantidad de vello, el mentón prominente, la frente huidiza…
¿Acaso estos hechos echarán por tierra la teoría evolucionista de Darwin?
Manuel Villena Lázaro