En un ejercicio de transparencia, el profeta del cambio climático, expulsa a los periodistas de su conferencia

Estos días se celebra en Palma el Congreso Anual del Instituto de Empresa Familiar (IEF). Como banderín de enganche -además de la maravillosa isla- han decidido traerse a Al Gore. Cuarto y mitad, por cierto, porque el ex presidente no viaja gratis. Y como es habitual, el IEF ha invitado a la prensa a que cubra las jornadas.

Y lo cubrirán todo, menos la conferencia de Al Gore. El chico se ha puesto chulito y ha dicho que no hablará delante de la canallesca. Así que muy avergonzados, los del IEF han tenido que advertir que "por razones ajenas a su voluntad", la conferencia de Al Gore será a puerta cerrada. Sólo entendible para empresarios y familiares. Los periodistas, ya se sabe, no se enteran hasta que se les repite tres veces y encima después lo manipulan todo y titulan sin matizaciones de quince subordinadas. Malos chicos. Castigados.

Este es el hombre, el profeta del cambio climático, el gran gurú del desastre futuro, el vendedor de crece pelos. Y Rajoy sólo ha dicho que cuidado, que hay otros problemas en el mundo. Para empezar, el hambre, que afecta ‘sólo' a 900 millones de personas. Pero los tonti-progres tienen cosas más importantes en las que pensar. Eso sí, a puerta cerrada.