Sr. Director:
A partir de ahora, el Institut dEstudis Catalans (IEC) ha dejado de considerar el matrimonio como la unión legítima de un hombre y una mujer para definirlo en su diccionario on line, como unión legítima entre dos personas que se comprometen a llevar una vida en común establecida mediante ciertos ritos o formalidades legales.
Creo que realidades distintas deben recibir nombres distintos, pues donde no hay distinción, se produce confusión. Las "fresas con nata" se hacen con nata y fresas, y no con otras frutas, por mucho que el gobierno o el IEC consideren que pueden denominarse igual ambos postres.
Las uniones homosexuales son una cosa distinta del matrimonio. Avala lo que digo el que ambas cosas no se han equiparado nunca, ni se había sustanciado hasta ahora en alguna ley positiva que así lo reconozca, ni en países cristianos, ni musulmanes ni de cualquier otra cultura, la de Cataluña incluida.
Equiparar las uniones homosexuales con el verdadero matrimonio puede contribuir a desnaturalizar este último y también a la familia que es su consecuencia. Al menos en otros países democráticos el tema se ha sometido a referéndum, para saber lo que opinaba a este respecto la ciudadanía, pero en Cataluña se nos impone la ideología de género mediante el diccionario sin tener en cuenta si estamos de acuerdo o no los catalanes.
Albert Masó Portabella
albertmaso08@hotmail.es