- Los especuladores ya están pensando en la era post-euro.
- Los alemanes han forzado tanto su primacía en la Eurozona que obligan a España e Italia a darse de baja.
- Para pocos sería ya una sorpresa la vuelta a la peseta, la lira, el franco y el marco.
- Y lo más grave: en Bruselas no se vislumbra ningún político con altura de miras como para reconducir la situación.
- ¿Hacia dónde? Hacia la solidaridad de los padres fundadores, naturalmente.
Mientras Rajoy (en la imagen) deshoja la margarita sobre la permanencia de España en el euro, los analistas financieros ya están pensando en la era post-euro. Por el momento, los intermediarios atacan a la deuda española pero ya no esperan un rescate europeo sobre el que tiene serias dudas. Ahora se trata, sencillamente de extorsionar a España mientras se rompe el euro, exigiéndole al Tesoro público una cifra por su financiación que le hunde en la espiral de la deuda.
Ocurre que Rajoy no se atreve a dar el paso de salirse del euro, entre otras cosas porque a costa de España -siempre por comparación- Italia se está salvando de la quema final, por lo que Mario Monti se niega a hacer causa común con los españoles. Al final, la salida del euro traería una nueva peseta devaluada, buena para las exportaciones, terrible con las importaciones y, en cualquier caso, con menor poder comparativo. Por ejemplo, olvídese de viajes al extranjero.
Pero hay más. Hasta ahora los alemanes se mostraban felices con la extorsión a los países periféricos: les beneficiaba a ellos. Lo que está cambiando ahora en Alemania es la certidumbre de que ya no se puede tensar más la cuerda, y ahora ya están jugando al fin del euro. Es lógico, Berlín ha forzado tanto la utilización del euro para asegurar la supremacía alemana que ahora se encuentra en un callejón sin salida. En efecto, más vale volver al marco. La otra solución es el eurobono, y eso sería una medida solidaria que les apartaría del chollo actual en el que viven: antes marco que eurobono.
Lógico: sólo 17 de los 27 países de la Unión Europea tiene el euro como moneda común. Si España se sale del mismo entonces la moneda común comenzaría a diluirse.
Y lo peor no es el caso español. Lo peor es el conjunto de la UE, donde no se vislumbra una sola cabeza que ve más allá de las orejeras nacionalistas para refundar la Unión europea. Porque lo malo no es que el euro fracase sino que fracase la UE. Ese estadista tendría que caminar hacia la refundación de Europa, según las bases de solidaridad de los padres fundadores, concretada a través de un presupuesto común.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com