En la festividad de San Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas, una lectora nos recuerda lo difícil que es oír misa o entrar en una iglesia abierta, especialmente en verano. Porque el invento de la orden religiosa más pujante de los últimos 500 años ha sido doble: el silencio de sus Ejercicios Espirituales y lo aparentemente opuesto: su valentía para el apostolado y para mostrar a Cristo.

Ese doble mensaje de Iñigo de Loyola debería estar hoy de más actualidad que nunca, aunque desgraciadamente su orden no lo esté. El cardenal Cañizares, que por su coraje parece jesuita, y cuyo único baldón ha consistido en ser desleal al locutor radiofónico Federico Jiménez, nos explica por qué el "exhibicionismo católico" es hoy más necesario que nunca. Dice D. Antonio que lo que se pretende en todo Occidente, y especialmente en España, es expulsar a Cristo de la vida pública, que no deja de ser un interesante paso previo para expulsarle de la conciencia individual. Cañizares es muy "ratzingiano", tiene el mismo espíritu de periodista de su amigo, Benedicto XVI, y ese espíritu se deja ver a una espléndida capacidad para los titulares. Así, dice el obispo de Toledo que lo que estamos viviendo es una "revolución cultural en la que Dios no cuenta". Y como todos los grandes titulares, no precisa explicación: son permeables a la mente humana, se entienden por ósmosis.

Propongo una solución para atajar este destierro al que el poder quiere condenar a Cristo. Hay que abrir las iglesias y los sagrarios. Abrir 24 horas al día, a ser posible con el Santísimo expuesto. ¿Pretenden ocultar a Cristo? Pues mostremos a Cristo. Nada de cerrar los templos diez minutos después de la quizás única celebración litúrgica: abrir las 24 horas. Dicen los expertos, por ejemplo los de la Adoración Perpetua, creada por el sacerdote argentino Justo Lefeudo, que se necesitan 300 personas para asegurar que el Santísimo esté siempre acompañado. Pues manos a la obra. El propio Cañizares ya ha creado dos en Toledo y Talavera de la Reina, y me temo que ante revolución cultural que intenta destrozar la Iglesia, lo único cabe es abrir las iglesias y los Sagrarios, 24 horas al día, 365 días al año. ¿Que eso puede acerar el proceso y dar lugar al martirio? Claro, es que el martirio, es sus diversa formas, es lo que en el siglo XXI; aquí y ahora, en España, aconseja la prudencia.

Eulogio López