La idea de que gobierne la lista más votada no es tan buena como la de listas abiertas pero es la menos mala. Ahora bien, cuando el presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, propone tal cosa no queda claro si está hablando de que Gobierne la lista más votada o de que presida la lista más votada… que no es lo mismo aunque lo parezca.
Conste que la idea del presidente del PP no es más que el desarrollo de una estrategia pensada no para las municipales, sino para las generales. En otras palabras: dado que el PP se encuentra aislado por la alianza social-nacionalista, su objetivo es conseguir en las generales un voto más que el PSOE y, con ello, acceder a La Moncloa aunque sea para gobernar en minoría.
La apuesta es complicada porque podría provocar una crisis institucional si el PSOE se niega a aceptar dicho principio. Recordemos que es el Jefe del Estado el responsable de encargar la formación de gobierno.
La verdad es que la historia más reciente avala el gobierno de la lista más votada. Aznar no se lo discutió a Felipe González en 1993, ni éste se lo discutió a aquel en 1996.
En cualquier caso, estamos hablando de que si aplicamos ese concepto al 27-M, el PP gobernaría, o presidiría, Navarra y Baleares, pero perdería Canarias. Es evidente que a los socialistas no les gusta el canje, porque la región más importante de las tres es la menos poblada: Navarra. Hablamos de una comunidad que no alcanza los 700.000 habitantes, pero que es vital para Zapatero, que fía su permanencia en La Moncloa a pesar a la historia como el pacificador de Euskadi. Como le recuerda el que fuera ministro del Interior del Gobierno Aznar, Jaime Mayor Oreja, en su libro de conversaciones con el periodista César Alonso de los Ríos (Esta gran Nación, Libros Libres), el único objetivo que ha tenido ETA desde su nacimiento es la autodeterminación. Por tanto, los proetarras, al igual que los nacionalistas democráticos del PNV y EA, nunca se van a sentir contentos con menos.
Dicho de otra forma, aunque se les otorgue Navarra, el nacionalismo vasco reclamará entonces los tres territorios vasco-franceses, o a las competencias sobre le Defensa o Política Exterior o cualquier otra cosa. Sólo pueden aceptar la independencia, por su propia naturaleza.
A ZP le basta con que renuncien a la violencia, pero eso no lo harán jamás hasta conseguir el objetivo máximo.
Por eso resulta tan absurda la actitud de Fernando Puras (ver en Hispanidad Radio y TV) cuando afirma que no se crearán órganos de coordinación vasco-navarros, que es el primer paso que los nacionalistas siempre han querido dar. Porque lo de menos es el camino, lo de más son las concesiones que ZP necesita dar a ETA para que el proceso de paz continúe y el pueda seguir en Moncloa. Un camino sin retorno, claro está, pero es que Zapatero no quiere retornar, quiere quedarse donde está: en el Palacio de la Moncloa.
Por ello, a ZP no le interesa que gobierne la lista más votada, la de UPN, y reclama, a pesar de ser medalla de bronce, la Presidencia de la Diputación Foral. Lo que quiere es el Tripartito, con comunistas y nacionalistas, como en Cataluña. Es lógico, ¿no?
Eulogio López