España tiene miedo al extraño y al joven
Las encuestas que maneja el Partido Socialista son menos optimistas que las del oficial CIS. Entre otras cosas porque el sondeo del CIS es anterior a las dos promesas del PP que más han impactado en la sociedad: el contrato de integración para inmigrantes y el endurecimiento de las penas contra la delincuencia, especialmente contra la delincuencia juvenil.La primera no me gusta. Insisto en que la humanidad debe ser fiel a historia, y sólo puede permitirse la práctica habitual de las fronteras abiertas, especialmente cuando están abiertas para capitales y productos, es decir, que vivimos una curiosa globalización asimétrica. Además, la propuesta de Rajoy está muy mal dibujada: pretende obtener con leyes lo que sólo es posible conseguir mediante un cambio en la sociedad, es decir, en cada uno de los ciudadanos, porque no lo olvidemos: los cambios sociales no son más que la suma de cambios personales: en otras palabras, ningún foráneo va a respetar a una sociedad que no se respeta a sí misma, que es lo que le ocurre a España. Tampoco me gusta la deportación por delitos (que, además, y en esto tiene toda la razón ZP, ya existe): que cumplan cárcel aquí. La lucha contra el crimen organizado no tiene que ver con la generosidad a la hora de acoger al que huye de la miseria. Son dos cuestiones perfectamente compatibles.
Sin embargo, la lucha oficial contra la delincuencia en España es tan laxa, que comprendo a quienes tiene miedo del extraño.
Aún ha gustado más al pueblo -¡Cuánto hacía que no empleábamos el término!- la propuesta pepera de lucha contra la delincuencia, especialmente juvenil. Reconozcámoslo: hemos criado una generación de jóvenes sin disciplina ni responsabilidad -muy estresados por la presión del difícil mercado laboral, sí, pero eso no significa madurez-. Jóvenes insolentes porque les hemos educado como se educa a los perros: con el mínimo de exigencias posible para que no nos hagan la vida imposible, es decir, para no molestarnos demasiado. Les hemos educado en libertad, cuando deberíamos haberles educado para la libertad, que es cosa bien distinta. La educación en libertad es una contradicción en terminis, porque ningún niño ni adolescente, salvo los tontos, si le dan a elegir entre la disciplina educativa y la libertad de no educarse, elegirá esta segunda sin dudarlo. La educación, al igual que la ley, es coercitiva. Que te autodisciplines tú mismo o que te coaccione el medio ambiente es otra cosa, pero la libertad no está para conservarla, sino para utilizarla.
¿Sirve de algo la propuesta de Rajoy sobre delincuencia juvenil? Yo creo que no, pero el electorado lo percibe como la respuesta a un anhelo, y siempre le gustará más las sugerencias del PP que los ojos interesadamente cerrados del PSOE, empeñado en que la delincuencia se está reduciendo en España. Deberían aprender el viejo adagio de los comunicadores norteamericanos: no digas lo que la gente no está dispuesta a creer aunque sea cierto. Mucho menos si, como en el presente caso, es falso. La inseguridad crece en España y la gente ya ni se molesta en denunciar los delitos menores -y no tan menores-. Considera que la denuncia no le servirá de nada, sólo para crearse más problemas. Por eso, cuando el Gobierno se empeña en que se está reduciendo la delincuencia, hasta sus votantes montan en cólera.
El ministro Rubalcaba es un hombre económico con la verdad.
España tiene miedo, miedo al extraño y, sobre todo, miedo al joven, criado en el capricho y la negación, no ya de la autoridad, sino, lo que es mucho más grave, de la excelencia, de la lógica superioridad de sus padres y maestros. Por eso, el PP ha acertado en la diana. Otra cosa es que su flecha sea eficaz. Yo creo que no. Es justa, pero no eficiente.
Mientras tanto, en Internet las encuestas están 70/30 a favor de Zapatero. Recuerden: cada pueblo tiene el Gobierno que se merece.
Eulogio López
Candidato por Familia y Vida al Congreso