¡Fascista!

¿Qué es el fascismo? El fascismo es la deificación de la nación. Mussolini venía del marxismo socialista pero decide cambiar la revolución del proletariado por el Imperio (supongo que con el sueño de resucitar la vieja Roma, sin caer en la cuenta de que los romanos no inventaron el Imperio, sino la ciudadanía), convirtiendo a la nación o a la patria -ya sé que no son sinónimos, pero los fascistas lo emplean como si en verdad lo fueran- a la categoría de dios, por encima del bien común y los derechos individuales, dado que uno y otro deben subordinarse al bien del Estado.

 

Esta línea absolutamente majadera de pensamiento conlleva el saber quién decide lo que es mejor para la patria, y, naturalmente debe ser el Estado, cuya encarnación diaria no es otra que el Gobierno: es justamente ahí donde empoieza el peligro.

No crean que ese espíritu fascista, en el que el Estado sustituye al individuo y a la sociedad, se circunscribe a la llamada extrema derecha. Por ejemplo, el feminismo radical o el liberalismo moral, utilizan la misma técnica. Ni uno ni otro creen  en la verdad objetiva y mucho menos en la moral objetiva. Razón por la cual cambian los 10 mandamientos por el Boletín Oficial del Estado, y la única referencia objetiva de comportamiento es la ley, es decir, el Estado, es decir, el Gobierno.

Las feministas, por ejemplo, se parecen a los fascistas en esta misma línea. Un detalle: en el Decreto de Desarrollo de la Educación Secundaria (5 de enero de 2007) el Gobierno ZP afirma que "El Estado debe asumir la responsabilidad de formar a los ciudadanos en la ciudadanía", aliteración que, por el mismo precio, nos muta la enorme capacidad intelectual y estilística de nuestra feminista y de nuestra administración.

Educación para la ciudadanía, es, en efecto, otra muestra de esa preeminencia del Estado tan propia del fascismo. Cuando el lobby feminista, que jamás ha tenido tanto poder en España como a través del feminista ZP, abre el tarro de las esencias de EpC está haciendo justamente eso: queda el Estado quien eduque a los niños, en flagrante contradicción con la Constitución Española, la Carta Europea de Derechos o la mismísima declaración universal de los derechos del hombre, tres documentos que otorgan a los padres el control sobre la formación de sus hijos.

Digo todo esto porque en Galicia, jóvenes nacionalistas -es decir, próximos al fascismo de ultra izquierda-, llamaron fascista a María San Gil. En Barcelona, jóvenes nacionalistas de extrema izquierda, llamaron fascista a Dolors Nadal. En Madrid, jóvenes no nacionalistas de extrema izquierda llamaron fascista a la ex socialista, por antinacionalista, Rosa Díez. Demasiadas coincidencias.

¿Cuáles son los enemigos del fascismo? Pues las dos corrientes que han controlado Europa desde el final de la II Guerra Mundial hasta el final del siglo XX: la democracia cristiana y al socialdemocracia. No sólo eso, cuando la una -por ejemplo en Italia- o la otra -por ejemplo en Alemania- han dado al Estado más preeminencia de la debida, se han generado grupos fascistas, sean de extrema derecha o de extrema izquierda.

La democracia cristiana no puede ser fascista, porque nada más opuso al fascismo que los principios cristianos. Para la Iglesia, lo que importa es el hombre,  sólo como consecuencia de esa primacía, la humanidad. Para la socialdemocracia y su Estado del Bienestar el principal referente era la justicia social, es decir, la nivelación entre pobres y ricos a través una serie de prestaciones públicas.

Esto es: La socialdemocracia empezó a derivar hacia el fascismo el día en que la izquierda se hizo progre -por ejemplo, el zapatismo-, y en que la justicia social empezó a ser cosa de risa para sustituirse por el feminismo, ideología totalitaria que utiliza al Estado para imponer sus barbaridades. Y lo mismo ocurre con la democracia cristiana, cuando, como ocurre con el PP, ha abandonado sus principios cristianos y ha centrado su mensaje en la unidad de España, situándose así en el mismo campo de batalla que el nacionalismo.

En cualquier caso, ZP tiene más culpa que Rajoy en un detalle: ha sido él quien ha alentado a los nacionalistas e izquierdas, sus socios, a calificar de ultra o de fascista a todo aquel que no sea un sumiso servidor del aparato zapatista.

Los moderadores.

¿Imparciales Manuel Campo Vidal y Olga Viza? ¿Campo Vidal, el ariete del ‘felipismo' para controlar la TV pública en 1982, el hombre que utilizaba los goles de Butragueño en México para vender el emblema socialista, el que entrevistaba a una asociación familiar y sobre impresionaba el símbolo feminista en pantalla? ¿El empresario televisivo del PSOE, el hijo de Calviño? ¿Olga Viza, progre entre las progres, desmelenada en Radio Nacional, con muy poco éxito, por cierto? En vedad, hay algún tonto, tonto macizo, en el PP. O mejor, son esclavos de la propia frivolidad  acomplejada del señor Mariano Rajoy.

Eulogio López    

Candidato por Familia y Vida al Congreso