Barack, el rey del dossier

 

Bill Clinton criticaba a los demócratas que censuran a Sarah Palin: "¿Por qué decir cosas malas de una persona? ¿Por qué no celebramos su candidatura y decimos que fue una buena decisión?", se preguntaba el personaje más admirado entre los votantes demócratas tradicionales.

Y es que la saña del equipo Obama contra la gobernadora de Alaska es de tal calibre que Clinton, un gran olfato para el voto, teme que se desmande. De hecho, el candidato demócrata se está mostrando como un gran especialista en el "dossier", en el juego sucio contra sus adversarios. Los demócratas han obtenido más donaciones que los republicanos y emplean ese dinero en eficaces campañas de calumnias contra sus adversarios. Contra Palin mejor no hablar, porque ya no quedan nada de qué acusarle. Se ha llegado a entrar en su correo privado y ponerlo en Internet -todo un Watergate- sin que nadie haya movido un dedo.

A McCain le han descubierto asesores ligados a los bancos de inversión, aseguradoras e hipotecarias del tsunami financiero. Obama es, en verdad, el rey del dossier. Naturalmente, como todo buen difamador, sus partidarios le consideran un perseguido. El verdugo que se convierte en víctima.

Los Clinton son muy soberbios, y prefieren golpear con el desprecio, no con la injuria. Hillary Clinton se negó a coincidir con Palin en un acto, pero su esposo sabe que hasta los perros de presa terminan cansándose del olor de la sangre.

Veamos, el último martillazo contra la candidata republicana ha consistido en resaltar su repugnante conservadurismo por el su negativa a investigar con células madre embrionarias, es decir, con embriones.

De entrada, decir que, a pesar de lo que ha llovido, en Estados Unidos, al igual que en Europa, los mercaderes de la muerte siguen jugando con el equívoco: células madre adultas y células madre embrionarias. La utilización de las segundas supone destrozar a un ser humano con una identidad genética definida y cuya utilización, atención, ha supuesto un fracaso científico de grandes dimensiones: no han curado ni una gripe pero han provocado tumores.

Por contra, las células madre adultas, especialmente las del propio cuerpo, han tenido éxitos terapéuticos, por ejemplo a la hora de regenerar tejidos.

Pero el engaño no acaba aquí. La monumental estafa ha consistido en que las células madre adultas han conseguido la misma elasticidad que las embrionarias, sin la necesidad de matar a nadie, reduciendo la posibilidad de rechazo y extraídas de los sitios más curioso, por ejemplo de los tejidos adiposos o de la piel.

En pocas palabras, Palin tiene razón, no sus detractores, pero, a estas alturas, ya no porque lo dicte la moral sino porque lo impone la medicina. Acusar de lo contrario a Palin es de tontos, por no decir otra cosa. La que está en vanguardia científica de la conservadora, mientras los chicos de Obama se han quedado desfasados aunque, antes que admitir su error científico, prefieren que se sigan matando embriones humanos.

Por tanto, la pose de Bill Clinton es muy apropiada. El desprecio de Hillary Clinton es más dañino y demuestra que quienes creen, de forma un tanto lineal, que ‘mujer -vota- mujer' conocen poco a las mujeres. Para muchas mujeres, de las que suelen catalogarse como progresistas, Sarah Palin es una repugnante coneja, madre de familia numerosa que encima pretende gobernar América. Su misma existencia es una ofensa.

Y ojo, porque sus asesores -pero, ¿quién asesora a esta mujer?- le han lanzado al ruedo en la Asamblea general de Naciones Unidas, sede central y corporativa del lobby feminista mundial, allá donde el feminismo se ha vuelto tan necio que pretende pasar por religión, justo cuando El Nuevo Orden Mundial -que no odia a McCain, sino a Palin y cuyo candidato es Obama- pretende dar el gran giro: la nueva filosofía de los derechos humanos, entre ellos el derecho al aborto y la instauración de la homofobia como delito y del gaymonio como modelo. Otro error: Palin no necesitaba aparecer de la mano de uno de los primeros espadas de ese Nuevo Orden: Henry Kissinger.

Dejémonos de historias. Lo que separa hoy a los electorados no es ni la izquierda y la derecha, ni el capitalismo o el estatismo. No es la economía, porque sobre esta se ha instalado un consenso, un repugnante pensamiento único. No, lo que divide a los electorados en todo el mundo, también en Estados Unidos, es lo que el Papa Benedicto XVI llama los valores no negociables: vida, familia, bien común, libertad religiosa y libertad de de enseñanza. En particular, el aborto representa mucho. Es toda una filosofía de vida frente a la filosofía de muerte.

Al final, los cinco principios innegociables pueden resumirse en una única la frontera, la existente entre la gente que cree en algo y la gente que no cree en nada salvo en la tolerancia para con todo. Pero la tolerancia no es un principio, sino una interesante, aunque lánguida virtud. En las sociedades meramente tolerantes no abunda la alegría.

Por lo demás, no basta con tolerar, hay que tratar de ver la parte de verdad y a la rectitud de intención que presuntamente anida en el contrario. Y eso explica respeto, que es categoría mucho más elevada que la mera tolerancia.

¿Quién ganará?

Por el momento, las encuestas siguen dando vencedor a Obama. El aspecto de McCain, que evoca senilidad y las ganas de cambio, el singular atractivo del primer negro en la Casa Blanca encandila a cualquiera, a mí el primero. Yo también quiero un negro en la Casa Blanca, pero no éste.

E incluso puede que el racismo intervenga en las elecciones. Pero no creo que sea decisivo. No, creo que pocas veces un resultado electoral ha estado tan abierto. Creo que el pueblo americano va a votar alrededor de esos principios éticos porque la humanidad está cayendo en la cuenta de que se aproxima al abismo, una incierta sensación de que el tiempo para rectificar se acaba y de que el devenir histórico exige una vuelta de tuerca, un regreso hacia un punto de apoyo. La sensación de vértigo es demasiado intensa como para jugar con fuego. Creo que el próximo 4 de noviembre van a ser las primeras elecciones donde los principios no negociables van a decidir el resultado.

Los principios no negociables de Benedicto XVI no son sólo "buenos o malos", sino la aparición que ha creado alternancia: Sarah Palin. Vuelve a existir una frontera entre unos candidatos y otros, se ha roto el pensamiento único.

El protagonismo de Palin sólo se explica por esta razón, ella puede ser una buena o una mala candidata, experta o inexperta pero acaba de situar una alternativa, donde es posible elegir. Es decir, ha conseguido recuperar la esencia de la democracia parlamentaria. La posibilidad de elegir entre dos opciones diferentes, no la posibilidad de elegir entre dos candidatos que representan una misma opción.

¿Y si Palin gana pero McCain no aplica esos principios que su compañera de ticket ha plasmado en la campaña? Eso no es posible: no hay nada que ate más que esos valores no negociables: pueden destrozar a quien los utilice para engañar a un pueblo.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com