Acudamos a la Virgen siempre, pero especialmente en mayo. El 13 de mayo recordamos la primera aparición de la Santísima Virgen en Fátima a los tres pastorcillos -Lucía, Jacinta y Francisco-.
La Virgen pidió a los niños que acudieran a aquel lugar el día trece de cada mes. El mensaje que les irá desgranando la Señora es un mensaje de penitencia por los pecados que cada día se cometen, el rezo del Santo Rosario y la consagración del mundo a su Inmaculado Corazón. En cada aparición, la Virgen les insiste en el rezo diario del Rosario.
Hay muchos que no hemos perdido esa bonita tradición, seguimos en nuestros días también sobre todo en el mes de mayo en cada pueblo, en cada barrio, en muchos lugares, acudiendo millares de personas a visitar a María, nuestra Madre del cielo, que en sus miles de advocaciones, a cual más querida la veneran en cada lugar, para rezar el Rosario y muchos a ofrecerles también una flor en señal de cariño, como hacemos con nuestras madres de la tierra.
En todas sus numerosas intervenciones, siempre repite una petición tan sencilla como asequible: que recemos el rosario, con esta advertencia: Todo lo que pidáis con fe en el Rosario os lo concederé.
Recordemos a nuestro querido Juan Pablo II, cuando acudió en peregrinación a Fátima, con el rosario en la mano y el nombre de María en sus labios. Iba a darle gracias por haber salido con vida del atentado que un año antes había sufrido.
Aprovechemos el ofrecimiento de esta Madre de la Misericordia e imploremos con fe, ayude a tantas madres que sufren por un embarazo no esperado y no tienen ayuda para seguir con su hijo adelante, por tantas crisis familiares, por tanta crisis de fe, por tanta violencia, por los mayores abandonados, por los niños maltratados, porMadre de los hombres, tú que conoces todos sus sufrimientos y esperanzas, tú que sientes maternalmente todas las luchas entre el bien y el mal, que nos invaden actualmente, escucha las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades.
Acudamos con fe y confianza de niños pequeños en este mes de mayo a María y experimentaremos una vez más, que a pesar de nuestros olvidos, de nuestras incoherencias, de nuestros errores, obstinaciones y pecados, Ella busca y quiere nuestro supremo bien y felicidad, que tan sólo encontraremos en su divino Hijo Jesús. Dejémonos querer todos por nuestra bendita Madre. Lo necesitamos.
Elena Baeza
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