- El beneficio cae un 22,5% hasta septiembre (4.606 millones de euros) y confirma el cambio de tendencia en el sector.
- El margen de intereses baja un 5,4% por el descenso en los dividendos percibidos y por las comisiones (-0,5%).
- Los costes de explotación crecen un 3,2%, pero se han compensado las menores dotaciones por insolvencias (-5,8%).
- El Brexit debe preocupar a la entidad, sobre todo en tiempo de fugas en la City londinense.
- La filial Santander Consumer Finance (Alemania) muestra un refuerzo sólido al negocio en un mercado tan difícil como EEUU.
- En el resto de plazas se repite la tendencia (positiva) pero con más incertidumbres.
Comenzamos la rueda de
exámenes de septiembre de cuentas de las entidades financieras, con un panorama lleno de incertidumbres económicas y políticas que se han ido complicando a lo largo de este año.
Para el
Santander, ha pasado un tiempo razonable desde la desaparición del patriarca
D. Emilio Botín -se cumplieron dos años el 10 de septiembre- para que podamos empezar a evaluar de una forma certera la gestión de
Ana Botín, ahora al frente de la entidad.
A mí se me antoja que está apuntando a una
gestión más técnica que la de su padre y que, por poner algún pero, carece del
perfil mediático y, evidentemente, del carisma de su antecesor. Esto influye claramente en la percepción que se tiene de
nuestra principal entidad financiera en los mercados, cosa muy importante, por cierto, en tiempos en los que se han de justificar, delante de mercados y accionistas, resultados y decisiones difíciles de digerir.
Los
resultados presentados hoy se han de interpretar dentro de un contexto muy difícil para las entidades financieras. La situación de los
tipos de interés continúa castigando duramente los márgenes.
En concreto, el Santander presenta un 5,4% menos en su
margen de intereses, principalmente debido al descenso en los
dividendos percibidos. Incluso las
comisiones, que en otros meses han mantenido ligeramente el margen, han descendido un 0,5% respecto al 2015.
Los
costes de explotación han aumentado un 3,2%, y se han visto compensados por el descenso en un 5,8% de las
dotaciones por insolvencias y otros deterioros. Todo ello debido al ligero descenso del 0,35% en la
morosidad de la entidad -que se sitúa en un ratio del 4,15%- y una cobertura del 73%.
Como ya he comentado más de una vez, debido al tiempo que ha pasado desde la crisis que provocó el crecimiento de los
impagos en los créditos, estas cifras de morosidad se acercan mucho a las cifras de
incobrables, por lo que cada vez va a ser más difícil su reducción y más altos los
índices de cobertura.
Así, el
beneficio neto de la entidad en septiembre se ha situado en 4.606 millones de euros frente a los 5.941 millones conseguidos en el pasado ejercicio, un 22,5% menos. Debido a la reiteración con la que se suceden estos resultados en descenso, comienzan a confirmar un claro
cambio de tendencia en el sector. Sin ninguna duda lo soportarán
entidades tan diversificadas como el Santander, pero plantean serias dudas sobre la capacidad de otras entidades del sistema
para soportar otra crisis, aunque sea de una intensidad inferior a la ya vivida.
Este descenso en los beneficios de la entidad ha estado justificado con los argumentos que vamos a escuchar a lo largo de estos días,
resultados atípicos como la dotación de 475 millones de euros que la entidad ha contabilizado como
costes de reestructuración (este concepto puede provocar algún pánico), la aportación al
Fondo de Resolución Europeo (120 millones de euros) y el impacto de los resultados de cambio proveniente de las filiales situadas en especial en las antes llamadas economías emergentes (es algo que ya venimos escuchando desde hace algunos meses).
Para el Santander, también, por su posición en
Reino Unido y la devaluación de la
libra, tras su intención de abandonar la Unión Europea. Este tema creo que debe preocupar bastante a la entidad, en especial cuando empiezan a escucharse intenciones de otras entidades de abandonar
la City.
La distribución geográfica de la aportación al resultado no ha variado mucho. Así, el Reino Unido contribuye con un 19%; España, con 14%;
Santander Consumer Finance, el 13% (esta filial se está mostrando como un refuerzo sólido al negocio, en especial en un mercado tan difícil como
EEUU). La aportación americana es de un 44% y sigue sobresaliendo
Brasil (20,9%) y
México (7,9%).
Vamos, lo mismo que otras veces, pero con más incertidumbres.
Esperemos que la
retirada estratégica del mercado australiano, a pesar de no ser económicamente importante -si políticamente-, no dé una imagen de repliegue de la
entidad de mercados que en estos momentos empiezan a entrar en ralentización de sus economías.
Rodrigo de Silos
rodrigode@hispanidad.com