- La cifra de negocios se sitúa en 23.184 millones, por debajo de los 26.015 millones del anterior ejercicio.
- Fainé también se estrena en la presidencia con caída en el beneficio (-10,3%), hasta los 1.347 millones.
- El mercado energético y las divisas hispanoamericanas lastran el Ebitda (-5,6%).
- Eso sí, los resultados están en línea con el plan estratégico 2016-2020.
- El elevado grado de liquidez (superior a los 10.000 millones) garantiza el pago de dividendos.
Don Mariano todo lo resuelve con la lluvia. Se nota que es gallego y esas largas tardes de paseo por Pontevedra dan mucho para reflexionar. Cuando llueve, se limpian las calles; cuando llueve, la contaminación se diluye, y cuando llueve, la
electricidad baja.
En esta ocasión parece que no se lo ha preguntado a su primo meteorólogo de Sevilla. Esta vez lo sabe porque sí, porque está convencido de ello y porque sabe que
la mejor política energética es no hacer nada y rogar a los dioses de la lluvia que bajen la electricidad. Seguramente comprobó en Wikipedia que
Indra es el rey de los dioses y señor del cielo y dios principal de la religión védica. Dios de la guerra, la atmósfera, el cielo visible, la tormenta y el rayo. Y tanta casualidad no puede ser porque sí. Si Indra es además una empresa puntera en España alguna relación tendrá con
Gas Natural Fenosa. Y con sus
resultados.
Y en esta línea, la entidad presidida por don
Isidro Fainé redujo su
beneficio un 10,3%,
hasta los 1.347 millones a lo largo del ejercicio 2016. Su
Ebitda reflejó una caída del 5,6%, consecuencia del entorno actual del mercado energético y del comportamiento de las
divisas hispanoamericanas dada su exposición internacional, con especial incidencia en el peso colombiano y el peso mexicano. Estos resultados, no obstante, están en línea con los planes fijados por la compañía en su
plan estratégico 2016-2020, que consideraba para este ejercicio cerrado un resultado entre 1.300 y 1.400 millones. Resulta interesante comprobar cómo esta evolución es consecuencia de un
leve incremento del resultado en nuestro país del 0,4% y una reducción del 12,1% de su negocio internacional. Es posible que la sequía algo tenga que ver, o la lluvia.
El reflejo de esta evolución lo tenemos en la parte superior de su cuenta de resultados. La
cifra de negocios cayó un 10,9% en el año, hasta unas cifras de 23.184 millones, debido a la
disminución de los precios de las commodities en los mercados respecto al ejercicio anterior. Insisto, quizá tendrá algo que ver la lluvia, o la sequía, que ya no se sabe.
Desde el punto de vista de su balance, la
deuda financiera neta se redujo un 1,4% hasta los 15.423 millones, 3,1 veces respecto al Ebitda.
Gran parte de esta deuda tiene vencimientos a medio y largo plazo, con una vida media de maduración de 5,2 años. Su ratio de endeudamiento queda fijado en el 44,8%
reduciéndose un punto porcentual respecto al ejercicio anterior. Las
inversiones netas se elevaron a los 2.225 millones de euros, un 56,5% más, consecuencia de la incorporación de nuevos barcos metaneros y la compra de activos para la distribución de propano. El principal centro inversor de la entidad se situó en las
actividades de distribución de gas, con un 40,8% del consolidado. En España aumentaron un 73,1% y sumaron el 66,4% del total.
Resulta interesante comprobar la desconsolidación de
Electricaribe, intervenida por el
Gobierno de Colombia desde el 14 de noviembre, recogiéndose como activo disponible para la venta por un valor razonable de 475 millones, con escaso reconocimiento de pérdidas por su valoración contable similar.
Finalmente, el
elevado grado de liquidez de la entidad, con cifras superiores a los 10.000 millones son una garantía de la promesa de pagos de
dividendos por 1.100 millones y un
pay out de 74,3%, una alegría para los accionistas.
No podemos concluir este análisis sin pedir disculpas por la ironía con la que hemos analizado la
presentación de las cuentas anuales de Gas Natural Fenosa, pero a veces es la mejor manera de reflejar el cabreo motivado por los políticos metidos a empresarios. O a meteorólogos. Si don Mariano acaba en el
consejo de administración de alguna eléctrica mucho me temo que su secretario será un chamán, pero eso sí, sus conversaciones con
Donald Trump actualmente empezarán siempre hablando del tiempo.
Rodrigo de Silos
rodrigode@hispanidad.com