- El primer banco italiano opta por la vía de las titulizaciones para ahorrarse la bronca de preferentistas.
- Presenta el guión para sanearse: Renzi quiere que deje de ser epicentro de los problemas del sistema financiero.
- Está obligado a cumplir con el BCE, la prometida ampliación de 5.000 millones, que está en el aire.
- El primer paso es el más fácil para ganar en eficiencia: un recorte del 10% de la plantilla y cierre de 500 sucursales.
- Pero necesita mucho más para dejar de ser un buque con fugas: caída de márgenes y provisiones milmillonarias.
- De momento, tiene una oferta, de Banche Popolari, para ceder su filial de servicios de pago por 520 millones.
Decíamos la semana pasada que el
Monte dei Paschi de Siena es una
bomba de relojería entre
la quiebra, vía subprime, o el desguace de los fondos de inversión. Y en el entretanto, el nuevo Ceo,
Marco Morelli, ha presentado el
plan estratégico 2016-2019 de la entidad, epicentro de los problemas y dudas que suscita el sistema financiero italiano. Y dicho sea antes de cualquier otra consideración: a la
bolsa le ha gustado pero poco tiempo. Tras el
subidón de ayer (28%) y la reacción alcista de primera hora (otro 20%), se ha despeñado un 23,6%, tanto que la
Bolsa de Milán ha tenido que suspender su cotización. En el año, pierde más de 80%.
Obviamente, Monte dei Paschi no ha solucionado sus problemas; sólo ha expuesto el guión de cómo evitarlos. En el horizonte está completar la
ampliación de capital de 5.000 millones de euros, prometida al
BCE. Recuerden sólo por ello se salvó del suspenso en
los test de estrés. Otra cosa es que lo consiga.
Y todo ello tras anunciar unas
pérdidas de 848 millones de euros hasta septiembre, más acusada en el último trimestre (1.150) debido a las
provisiones por la cartera de morosos que acumula (un impacto negativo de 2.022 millones). Además, la caída de
ingresos por intereses es el del 11,6%, mientras que los aumenta por
comisiones un 3,2%. La
cifra de negocios retrocede un 16,6% (hasta 3.417,5 millones).
En fin, que
el enfermo no se ha repuesto y le espera una buena dosis de fármacos. Da una idea que prevea volver a
beneficios en 2018, tras unas pérdidas este año que rondarán los 4.800 millones.
Dicho lo cual se
entenderán mejor tanto el diagnóstico como los remedios que planea. Ha empezado, no obstante, por lo más fácil para ganar en eficiencia: el ajuste de
plantilla y
sucursales: despedirá a 2.600 empleados (el 10%) y cerrará 500 sucursales (de las 1.900 que tiene). Estima así un ahorro en
gastos de personal del 9% (unos 1.500 millones).
Pero el problema, básicamente, está en sus
activos tóxicos. Es la segunda parte del plan con un remedio: la moda de las
titulizaciones, la misma de las
subprime que provocó la
crisis financiera en 2008.
Pretende, como le aconsejó
JP Morgan, colocar los 28.000 millones de
deuda mala (activos tóxicos) a un precio de 9.100 millones. Hilo a la cometa. Observen las pérdidas y las que le esperan.
El plan se completa con la venta de activos y el abandono de negocios. Todo ello a la espera de los 5.000 millones para
recapitalizarse. Es la tercera en dos años, cuando la
capitalización bursátil de la entidad roza los 1.000 millones. Asombroso.
Lo único confirmado en ese sentido es la oferta de compra que ha recibido por parte de ICBPI (
Istituto Centrale delle Banche Popolari Italiane) para adquirir, por 520 millones, su filial de servicios de pago
Merchant Acquiring. Sellaría una alianza, aunque no está cerrada: la negociación durará hasta finales de año.
A la espera de un desenlace está la
junta de accionistas del 24 de noviembre, unos días antes del 4 diciembre, cuando el primer ministro italiano,
Matteo Renzi, somete a referéndum dar más poder al Gobierno, para habar después de las
reformas previstas. Si lo pierde puede tirar la toalla, lo que volvería a dejar en una situación comprometida a
Monte dei Paschi de Siena.
Rafael Esparza