• A la reunión con la ministra Pastor acudieron directivos de segundo nivel.
  • Defienden que el caos de Vueling se produjo por las huelgas de controladores franceses.
  • Y aseguran que el caos no se repetirá. ¿Cómo lo saben?
  • El problema de fondo es el mismo: el Gobierno no tiene instrumentos para poner en vereda a las aerolíneas.
  • Las compañías lo saben y siguen el sistema de enfrentarse a toda reclamación.
  • Al final, el cliente gana, pero tarde y con ayuda legal que debe pagar.
  • Y, por cierto, las aerolíneas no ayudan a España. Se ayudan a sí mismas.
La génesis del asunto ya la conocen: Vueling cancela decenas de vuelos y deja en tierra a miles de pasajeros. El caos es total, sobre todo en el aeropuerto de El Prat, en Barcelona, la base de operaciones de la aerolínea del grupo IAG. Después de cuatro días, la ministra de Fomento en funciones, Ana Pastor, hace su aparición y deja caer la amenaza de retirarle la licencia si no resuelve la situación. Al tiempo, convoca al resto de aerolíneas a una reunión en el Ministerio, el lunes 11 de julio, para exigirles normalidad durante el verano. Las aerolíneas acudieron, ciertamente, pero enviaron a directivos de segundo nivel. Es decir, se burlaron de la ministra, esto es, del Gobierno. Se sienten y se saben fuertes ante el Ejecutivo. Por su parte, la ministra, tras comprobar el éxito de su convocatoria, mandó a su segundo a la rueda de prensa posterior. Todo sin acritud alguna, naturalmente. Ahora bien, las aerolíneas no quieren dejar pasar la ocasión para dejarle las cosas claras a la ministra y ya están preparando un escrito que le harán llegar en próximas fechas. Ahí dejarán clara su postura. Primero, que el caos de Vueling fue algo excepcional, cuyo culpable no fue la compañía aérea, sino la huelga de controladores franceses. Según ellos, el 80% del tráfico aéreo de Vueling depende de los controladores franceses, algo que no le ocurre a otras compañías. Por supuesto, ya le han asegurado que no se repetirá lo de Vueling. ¿Cómo lo saben? En el fondo, el problema sigue siendo el mismo: el Gobierno no tiene instrumentos para poner en vereda a las aerolíneas. Las compañías lo saben y siguen el sistema de enfrentarse a toda reclamación. Esto es, recurren por sistema cualquier denuncia de los usuarios afectados por retrasos, pérdida de equipaje, overbooking, etc. Al final, el cliente gana, pero tarde -el viajero lo que quiere es no tener problemas y, si los tiene, que se solucionen cuanto antes- y con ayuda legal que debe pagar. Por cierto, las aerolíneas quieren transmitirle a la ministra que debería estar muy agradecida porque gracias a ellas, el turismo europeo está viajando a España y no a otros destinos. Vamos, que si no es por ellas, las playas y los museos de España estarían vacíos. ¡Venga ya! Las compañías vuelan a nuestro país porque los turistas quieren disfrutar de España y no al revés. En definitiva, las aerolíneas no ayudan a España. Se ayudan a sí mismas. Pablo Ferrer pablo@hispanidad.com